Robert Mugabe, el actual presidente de Zimbabwe, ayer cumplió 90 años, que celebrará mañana con una fiesta que tendrá un costo de un millón de dólares, por lo que ha sido objeto de críticas, debido a que el 72% de su población de su país vive por debajo del umbral de la pobreza, según datos del Banco Mundial.

Esos cuestionamientos no siempre lo acompañaron. En sus inicios como líder de Zimbabwe, en 1980, Mugabe era considerado como un líder comprometido con su pueblo. Sin embargo, todo ello comenzó a quedar atrás en 1982 con Gukurahundi, la campaña del terror que utilizó para acallar a sus rivales políticos a través de una limpieza étnica donde murieron cerca de 20.000 personas.

Sin embargo, en esa década, Zimbabwe tuvo un importante crecimiento económico gracias, principalmente, a la agricultura. Mugabe construyó clínicas y uno de los mejores sistemas de salud y educación en Africa, según el diario inglés The Guardian. Sin embargo, el país del sur de Africa comenzó a deteriorarse.

El año 2000 Mugabe inició un programa de desalojo a los granjeros blancos y la expropiación de sus tierras. En ese entonces los blancos eran el 1% de la población, pero poseían la mayoría de la tierra cultivable del país. Muchas de estas tierras fueron entregadas a locales zimbabwenses que no tenían ni las habilidades ni el capital para cultivar. La producción de alimentos cayó y la inflación se disparó, arrasando todos los límites imaginables en 2008, llegando al 14.000.000%. Se llegaron a imprimir billetes con un valor de 50.000 millones de dólares zimbabwenses.

Denis Roman, quien fue su ministro de Agricultura entre 1980 y 1985, señaló a The Guardian que Mugabe -quien ha ganado siete veces las cuestionadas elecciones presidenciales- pasó de ser un héroe a un villano. "No creo que la historia lo juzgue de forma favorable. Será recordado por los hechos que tuvieron lugar durante su último período al poder: la invasión de las tierras, las elecciones manipuladas, y la ineptitud de las cortes", señaló Roman al diario inglés.