Si hubiera sido chileno, a Strindberg le habrían dicho que se daba vuelta la chaqueta. Y habrían tenido razón. De feminista pasó a misógino, de ateo a tan religioso que pidió que lo sepultaran con una Biblia en el pecho. Hablaba pestes contra el matrimonio, pero se casó tres veces. Y aunque elogiaba a la mujer tradicional, ninguna de sus esposas lo fue. "Es lo mismo con sus personajes. Ellos dicen algo al principio, y al final es todo lo contrario. Las emociones se parecen muchísimo a eso; no son hechos", decía en julio de 2011 Juliette Binoche al diario The Guardian, explicando por qué tras más de una década lejos de las tablas había vuelto al teatro con La señorita Julia, la obra más popular de Strindberg.
Hoy, Binoche es parte de la larga lista de actividades oficiales con las que Suecia recuerda a su mayor dramaturgo en el centenario de su muerte. El montaje que protagoniza Binoche ha tenido funciones en distintas ciudades de Francia y Luxemburgo, ahora está en el Teatro Odeón de París y en septiembre se irá a Londres. Y es que la programación dedicada a Strindberg desborda su tierra natal y la fecha fatal.
Un cáncer al estómago pasó a la historia como el motivo que acabó con la vida de August Strindberg el 14 de mayo de 1912. Tenía 63 años. Luego vendría el funeral más multitudinario que recuerde Estocolmo, con 60 mil personas despidiendo al mismo hombre que en 1882 había tenido que huir de su natal Suecia por la polémica que habían desatado sus textos. Hoy teatro, danza, cine, charlas, libros, música, exposiciones y hasta excursiones forman parte del programa que tiene eventos confirmados durante todo el año en 19 países de Europa y América. En Chile también hay planes (ver recuadro).
Están todos los Strindberg. Además del dramaturgo, su faceta más célebre, se aborda su trabajo como pintor, fotógrafo, periodista y escritor; y su papel de polemista político y religioso, de atormentado hombre privado y figura influyente hasta hoy. Por ejemplo, el 29 de junio se hará en Estocolmo la conferencia "¿Cómo sería Ingmar sin August?", donde se profundizará en la influencia que Strindberg tuvo en Ingmar Bergman, quien montó 30 veces sus obras y dijo que el autor le gustaba tanto como la música, y que hasta se le había aparecido en sueños, llamándolo.