NATAL, NAVIDAD en español, es la capital del estado de Rio Grande do Norte y se ubica en lo que se conoce como la “esquina del continente”, ahí donde el territorio brasileño hace una curvatura. En esa punta, entre las márgenes del río Potengui y el Fuerte de los Reyes Magos y dividida por cinco grandes playas: Areia Preta, de los Artistas, del Medio, del Forte y Ponta Negra, fue donde nació Natal.

Pero aunque su extensa Vía Costeira, que une el turístico barrio de Ponta Negra y el centro, está llena de resorts que miran al mar azul, lleno de arrecifes de coral,  no sólo playas dan vida a esta antigua capital. Natal es famosa por sus extensas dunas, las que han sido utilizadas como escenarios para muchas telenovelas brasileñas. Otra forma de preguntar por Natal es hacerlo por “La novia del sol”, y es que por lo menos durante 300 días al año el sol está presente en los pronósticos del tiempo.

* Paradas obligadas

Para donde sea que en Natal dirija la mirada, sus populares dunas formarán una parte  del paisaje. Los cerros de arena blanca están tan conectados con su ADN, que incluso fue la palabra “duna” la que se usó para nombrar al nuevo estadio construido a propósito de la Copa del Mundo. En el Parque de las Dunas se puede disfrutar de ellas entre senderos con vegetación autóctona y una increíble vista a la playa de Vía Costeira, a la cual acostumbran llegar muchos deportistas, entre ellos, los surfistas.

La carta postal de la ciudad es la playa de Ponta Negra, formada por el imponente Morro do Careca y de un mar de intenso azul con tonalidades verdosas. Su popularidad indiscutible es corroborada por el hecho de que desde hace años es la que acoge a más visitantes. Ello explica, a su vez, que frente a la playa se encuentre uno de los principales polos turísticos de la zona, con numerosos restaurantes, tiendas, posadas y hoteles con sistema all inclusive.

Pero, como dijimos, Natal no sólo es una ciudad playera, también guarda con recelo su faceta cultural e histórica, de hecho es la capital más antigua del nordeste de Brasil. Se fundó el 25 de diciembre de 1599. Si los barrios de Cidade Alta y Ribeira cobijan emblemáticos museos, iglesias y monumentos, es el Fuerte de los Reyes Magos el que cautiva a todos los visitantes. Se construyó sobre arrecifes y su diseño emula a una estrella que, junto a los reyes magos, son considerados el símbolo de la ciudad.

* Dónde comer

El estado de Rio Grande do Norte es el segundo mayor productor de camarones de Brasil (después de Ceará), por lo cual en gran parte de sus restaurantes suelen ofrecerlo como la comida típica natalense, a precios muy accesibles. Los restaurantes Camaroes (Av. Eng. Roberto Freire 2610) y Camaroes Potiguar (Pedro Fonseca Filho 8887) son los más tradicionales de Natal y donde los preparan en sus más diversas formas.

Una de las particularidades de la playa de Ponta Negra es que concentra la mayor cantidad de restaurantes de la ciudad. En ellos el tradicional “menú” ha sido olvidado a causa de la comida por kilo, lo que se traduce en que uno en lugar de pedir, va poniendo en su plato los manjares que disfrutará para luego pesarlos, pagarlos y comerlos. Típico de Brasil. El restaurante que más destaca es el Mangai (Av. Amintas Barros 3300), considerado un show permanente de delicias regionales gracias a su amplia oferta, con más de 120 recetas, el 80% de ellas regionales y que van desde la popular carne de sol, hasta las farofas de bolao y pazoca de pilao (carne con cebolla morada, porotos verdes, plátano y arroz de leche).

Otra opción es disfrutar de los populares rodizzios brasileños, una especie de tenedor libre donde desfila todo tipo de carnes. En el restaurante Pantanal (Av. Eng. Roberto Freire 8553), que hace referencia a otra popular región de Brasil, sus carnes son preparadas al estilo gaucho, es decir, con sal gruesa y a fuego lento. Otros restaurantes que valen la pena son el Farofa d’ Agua (Av. Praia de Ponta Negra 8952) y el Do Lula (Avenida Xavier da Silveira 1047), que ofrece comida nordestina.

* Vida nocturna

Debido a la llegada en masa de turistas de todas partes del mundo (llegan numerosos charters desde Europa, especialmente al balneario de  Pipa), las noches de Natal han ido animándose cada vez más. Y es el forró, una danza típica del nordeste brasileño que tiene sus orígenes justamente en la región de Rio Grande do Norte, el principal protagonista de las noches. Se dice que la palabra forró es una abreviación de forrobodó, que quiere decir arrastrar el pie, la característica principal de ese popular baile que con el paso del tiempo ganó adeptos en Brasil entero.

La mayoría de las fiestas son en Ponta Negra, ya que allí es donde se concentra la mayor cantidad de bares y restaurantes. Taverna Pub, por ejemplo, está ambientando como los antiguos bares de la Edad Media; Peppers Hall destaca por tener todo tipo de música, mientras Rastapé es el elegido por todos aquellos que vibran con el reggae.

Otro de los barrios que por las noches adquiere un ritmo agitado es Tirol, donde la mayoría de sus locales toca todos los estilos de música para cautivar a sus visitantes. Favela Pub es uno de ellos, pues no discrimina ningún ritmo ni tendencia, aunque son los hits de las favelas y la sertaneja los que más se suelen escuchar y obvio, danzar.

* Paseos en los alrededores

Son 400 kilómetros de costa en el estado de Rio Grande do Norte y aunque la mayoría de sus playas son conocidas y deseadas en todo Brasil, Pipa, ubicada a sólo 80 kilómetros de Natal, es la que ha adquirido más fama en todo el país. Esta pequeña localidad, aderezada por la personalidad tranquila y relajada de sus residentes, atrae a todo tipo de turistas, gracias a su belleza y a las diversas opciones para divertirse, que van desde paseos en motos, buggies, caballos o barcos, hasta los populares pau de arara, un jeep tipo safari que permite que los turistas vayan sentados al aire libre disfrutando de la naturaleza. Durante el fin de la tarde, lo imperdible es subir hasta lo alto de Chapadao y disfrutar de una mágica puesta de sol.

Otro de los imperdibles es ir hasta Genipabu, a sólo 34 kilómetros de Natal, una playa que, como es la tónica, está repleta de dunas y bugueiros que durante todo el día hacen excursiones en sus pequeños autos todoterreno que, casi sin carrocería, recorren las costas. En ellos se puede llegar, a su vez, a otras playas que vale la pena disfrutar, como Graçandu y Porto-Mirim, dos grandes representantes del desierto en versión brasileña.