CUANDO SE trata de campañas específicas, no hay quien lo dude: los chilenos se muestran solidarios. Quizá sea por el efecto de la difusión masiva en medios de comunicación, o por la cercanía que la gente siente con las figuras que apoyan cada iniciativa. La Teletón y las iniciativas de ayuda durante catástrofes son el mejor ejemplo. Pero cuando se trata de una acción de beneficencia prolongada en el tiempo, la situación no parece ser tan auspiciosa como quisiéramos. Así lo revela un estudio realizado por la organización Livra, que comparó los niveles de solidaridad en Argentina, Brasil y Chile.

¿Somos los chilenos realmente tan solidarios como tendemos a pensar?, según este estudio, no lo somos. De hecho, entre los tres países, Chile es el que apunta más bajo en el ranking de solidaridad, aunque, en defensa de nuestro orgullo, habría que decir que las diferencias no son tan abismantes: el 56% de los encuestados en Chile reconoce no aportar en nada, ni en causas, ni colaborando con alguna ONG; cifra que en Brasil es del 55%. O sea, que en ambos países una mayoría no ejerce la solidaridad en su vida cotidiana. Son los argentinos quienes salen mejor parados en esta encuesta, ya que sólo el 47% dice no participar en nada; en otras palabras, serían un 9% más solidarios que los chilenos.

Razones para no colaborar hay muchas, pero lo cierto es que son dos los motivos principales que impiden a las personas ayudar: tiempo y dinero. Dos razones, hay que decir, que suelen estar interrelacionadas (¿le suena eso de que el tiempo es dinero?). Sin ser la intención de la encuesta, los porcentajes también revelan mucho de nuestra problemática social como latinoamericanos del siglo XXI: El dinero nunca alcanza, en especial en Brasil, y el tiempo es más escaso en Chile que en los países vecinos. Así lo indican varios detalles.

El dinero por ejemplo. Los tres países que participaron de la investigación señalan que esta es la principal razón para no colaborar en ninguna causa. Dicho de otro modo, aun cuando los aportes para causas solidarias sean realmente mínimos, las personas perciben que pueden destinar ese dinero para fines más concretos. En Chile, por ejemplo, el 37% manifiesta que su situación no es lo "suficientemente buena para colaborar". Similar a lo que sucede en Brasil, donde el también el 37% dice que no lo hace por falta de recursos. Y en Argentina, el 35% afirma lo mismo: no hay dinero para causas.

Todavía más, entre los que colaboran, nuevamente el dinero aparece como el principal escollo para un compromiso mayor: el 78% de los chilenos dice que le gustaría ayudar de manera frecuente, pero señala no tener suficientes recursos. Situación muy parecida a la que manifiestan nuestros vecinos en las cifras: 71% piensa igual en Brasil, y 72% en Argentina.

¿No puede ser sólo un asunto de plata? dirá usted. En efecto, porque el segundo gran impedimento para colaborar no es otro que la falta de tiempo. En nuestro país el 67% de las personas afirma estar demasiado ocupada para colaborar en una causa (lejos los más ocupados). Nos sigue Argentina, con un 52% reclamando por el tiempo. ¿Brasil? Envidiable, al menos a nivel de percepción: sólo el 5% de los brasileños se queja de que el tiempo no lo deja colaborar.