AL interior de Purranque, entre Coihueco y Puerto Octay, en la X Región, se encuentra Lácteos El Tronador, la firma lechera que el empresario Nicolás Ibáñez puso en marcha en 2009. Es, señalan ejecutivos de la industria, uno de los emprendimientos favoritos del director de Walmart Chile.
La compañía está en un proceso de convertir su producción al sistema de praderas. Este contempla la maximización de la generación de leche por hectárea y producir su volumen mayormente en primavera para hacer calzar la demanda de pasto de los animales con los ciclos naturales y así evitar la alimentación con grano.
De esta forma podrá cumplir con su plan de aumentar los 10 millones de litros de leche al año, hasta un total de 15 millones de litros en el mediano plazo. "Se está consolidando un proyecto. El objetivo es mantenerse como una lechera mediana, moderna y con un nivel de producción que haga atractivo el negocio", cuenta un conocedor del proceso que lleva a cabo Lácteos El Tronador. De hecho, en la zona, la firma -que entrega su producción mayormente a Soprole y una fracción a Surlat- es reconocida como una de las más tecnologizadas, con mejor infraestructura y una de las más innovadoras.
Para esta primavera, la época de mayor producción láctea, la firma tendrá 3.800 vacas. De ellas, unas 2.200 estarán en período de producción. Por tamaño, la empresa hoy se ubica en un grupo de productoras medianas, en una industria donde las grandes son Manuka, de capitales neocelandeses, con un total de 100 millones de litros al año; Ancali, controlada por el grupo Bethia -ligada a la socia de Falabella Liliana Solari-, que llega a los 60 millones de litros anuales, y Chilterra, también de propiedad de inversionistas neocelandeses, que entrega 35 millones de litros de leche al año.
En el sector dicen que la idea de Nicolás Ibáñez no es convertir a Lácteos El Tronador en la lechera más grande del país, pero sí en una compañía respetada en la industria. "El se interesa mucho por su negocio lechero, le gusta y lo cuida", explica un empresario del sector.
De hecho, hace dos años Ibáñez estuvo interesado en participar en la propiedad de Surlat, pero la operación finalmente no prosperó. Luego de eso, su foco ha estado puesto en consolidar el proyecto que inició en 2009 y que se orienta en la producción primaria de leche que luego vende a las procesadoras.
Lácteos El Tronador no es el único emprendimiento agropecuario de Nicolás Ibáñez. En Panguipulli, XIV Región, cuenta con un criadero de vacas highland, de origen escocés. Fue el primero en traer esta especie a Chile y posee cerca de 40 de estos ejemplares, que aún se encuentran en etapa de adaptación. Ibáñez es miembro de la asociación estadounidense American Highland Cattle Association, que reúne a criadores de este tipo de ganado. La carne de vacas highland está catalogada como premium y es altamente consumida en Inglaterra y Estados Unidos. De todas maneras, la iniciativa de Ibáñez aún está en una etapa inicial y no ha llegado a la fase exportadora.
En tanto, por el lado forestal el empresario controla la firma Bopar (Bosques y Parques), la que cuenta con sobre 1.300 hectáreas en la zona de San José de la Mariquina, en Valdivia.
La firma comercializa especies forestales exóticas y nativas, produce sobre 10 millones de plantas al año, principalmente de eucaliptos, pino radiata, pino oregón, álamo y castaño, entre otras. Estas son vendidas a operadoras encargadas de desarrollar parques, jardines, ornamentación de carreteras y plantaciones forestales.
Además de la producción de árboles, Bopar cuenta con un vivero de 89 hectáreas en la comuna de Cayumapu, 22 kilómetros al norte de Valdivia, el que es considerado uno de los más grandes de todo el país. En el vivero se producen flores de corte, como liliums, calas de colores, azaleas y rododendros, entre otras especies, las que están destinadas, en su mayoría, a mercados de exportación.