LA FACULTAD de Derecho de la Universidad de Chile lamenta el fallecimiento de su profesor emérito don Patricio Aylwin Azócar, brillante abogado y figura fundamental en la gesta política más relevante de nuestra historia reciente.

Ingresó a la Facultad de Derecho en 1936 y durante sus años de estudiante destacó como un alumno excepcional y profesor ayudante de las cátedras de Derecho Procesal y Derecho Civil, participando además como redactor de la revista Mástil, publicación de vanguardia literaria y política del Centro de Estudiantes de Derecho. Fue también un destacado contratenor y miembro fundador del Coro Lex, agrupación musical que todavía sigue en plena actividad.

En 1944 se tituló como abogado, luego de presentar su Memoria de Prueba "El juicio arbitral", que es hasta el día de hoy la obra más completa y aguda escrita en nuestro país sobre arbitraje.

Ejerció la docencia durante dos décadas como profesor de Derecho Administrativo. En 1946 se lo designó Profesor Interino de Derecho Administrativo y en 1950 fue elegido Profesor Titular de la misma cátedra, cargo desempañado hasta 1967. En el año 1994 fue nombrado Profesor Emérito de la Universidad de Chile.

Quienes lo conocimos de cerca y sobre todo quienes tuvimos la suerte de ser sus alumnos, recordamos a don Patricio como un modelo de profesor.

A la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile le llena de orgullo el hecho que, entre los 16 Presidentes de la República que han pasado por sus aulas, se encuentra quien condujo a Chile por la vía pacífica y democrática, desde el que probablemente sea el episodio más oscuro y triste de nuestra historia, hacia el momento en que se abrió el camino para recuperar nuestra tradición democrática.

El Presidente Aylwin tomó las riendas de nuestro país para liderar lo que él siempre entendió como una fundamental decisión libre y soberana del pueblo de Chile: la de superar el odio y el terror a través de la política de los medios pacíficos y la reconstrucción del Estado de Derecho. Aún resuena entre nosotros el llamado que, en un Estadio Nacional desbordado, hizo al pueblo de Chile; "el amor a la libertad y el rechazo a toda forma de opresión, la primacía del derecho sobre la arbitrariedad, la primacía de la fe sobre cualquier forma de idolatría, la tolerancia a las opiniones divergentes y la tendencia a no extremar los conflictos, sino procurar resolverlos mediante soluciones consensuales".

Nos señaló, desde un principio del nuevo recorrer las sendas de la democracia, que el camino hacia la reconstrucción de nuestra comunidad o la restauración de lo que él llamó en su momento "la conciencia moral de la nación" requería el esclarecimiento de la verdad sobre los horrores ocurridos durante los diecisiete años de régimen militar. Como lo sostuvo, con mucha valentía por cierto, el pueblo de Chile solo sería capaz de reconciliarse "sobre las bases de la verdad y la justicia".

Su visión y prudencia, fue capaz no solamente de proponer con valentía un mecanismo para hacerse cargo de las tragedias del pasado, sino que también asumió el desafío de abrir la huella a seguir para un nuevo Chile; uno que, por cierto, seguimos construyendo. Su legado permite que actualmente las nuevas generaciones, nacidas en democracia, entre quienes están nuestros estudiantes, estén pensando libremente el país que quieren forjar.

Su llamado de ayer, resuena absolutamente vigente hoy día: "Espero y exijo a todos acatar las vías de la razón y del derecho para promover sus aspiraciones, absteniéndose de acudir a la violencia para imponer lo que se pretende. Quien lo intente por esa vía, no lo logrará. La fuerza es propia de las dictaduras; la razón y el derecho son las armas de la democracia."

El Profesor Aylwin pasará a la historia republicana de Chile como una de sus más importantes figuras. Y será también, no nos cabe duda, un eterno maestro.