El Presidente Barack Obama anunció ayer, entre aplausos, que Estados Unidos ha vuelto a entenderse con la ONU, marcando claras diferencias con la administración de George W. Bush, pero siguió con la línea dura de su antecesor en temas sobre Irán y Corea del Norte.

Obama usó su discurso en la Asamblea General para dejar muy en claro que su administración ha dejado la política unilateral de Bush y pretende formar parte de un esfuerzo de concertación, diálogo y negociación para los desafíos internacionales. El auditorio, entre quienes habían delegaciones críticas de la política exterior norteamericana, lo recibió con vítores.

Pero el mandatario no olvida que sus opositores observan de cerca su desempeño frente a gobiernos hostiles. Por ello, advirtió: "Si los gobiernos de Irán y Corea del Norte eligen ignorar los estándares internacionales, si colocan la búsqueda de armas nuleares por encima de la estabilidad regional, si olvidan los peligros de una escalada armamentística nuclear en Asia Oriental y Medio Oriente, entonces debemos hacer que rindan cuentas".

El mandatario norteamericano no dejó de referirse al conflicto palestino-israelí y aprovechó la ocasión para enfatizar que su país "no reconoce la legitimidad de los nuevos asentamientos israelíes" en Cisjordania, así como para exhortar a los palestinos a "no incitar" a Israel.

Por último, el Presidente de Estados Unidos también enfatizó que "la era del compromiso ha llegado" y que el mundo no debería esperar que Estados Unidos lo solucione todo, especialmente "aquellos que suelen criticarnos por actuar solos".

Durante su intervención, el líder iraní Mahmoud Ahmadinejad escuchó a Obama sin perturbarse desde la quinta fila, mientras el líder libio, Muammar Gaddafi, lo hacía desde un pasillo lateral. Antes de que Gaddafi hiciera uso de la palabra, Obama se retiró de la Asamblea General sin cruzarse con Ahmadinejad.

Por su parte, el líder iraní, cuya reelección ocurrió en medio de protestas y denuncias de fraude, inició su discurso solicitando a Washington que lo vea "como amigo y no como enemigo". También, aseguró que sus intenciones sobre el programa nuclear de Irán son pacíficas e instó a EE.UU. a reducir sus instalaciones militares y extender la tecnología para el desarrollo energético del mundo. Sin embargo, la tensión se generó luego de que Ahmadinejad criticó a Israel, por lo que consideró "políticas inhumanas contra los palestinos". Sus dichos implicaron que varias delegaciones, entre ellas las de EE.UU., Alemania, Francia e Italia, abandonaran la sala.

América Latina también estuvo representada ayer en la Asamblea General. La Presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, hizo uso de la palabra ante el plenario y el mandatario venezolano Hugo Chávez, arribó a Nueva York para intervenir hoy. Desde la tribuna y hablando directamente de Ahmadinejad, Cristina Fernández reiteró lo que ha dicho en otras ocasiones: que Irán no debe permitir que siga ejerciendo como ministro de ese gobierno un imputado por el atentado contra la Amia, un centro cultural judío en Buenos Aires que fue blanco de un ataque terrorista en 1994. "Quiero decirle", afirmó la mandataria, "que yo, como él, también creo en Dios, tal vez en credos diferentes, pero en definitiva, creo que ninguno de los dos creemos que Dios pueda obligarnos a no cumplir con la justicia".