La industria chilena de aceite de oliva culminó su consolidación, con fusiones y desaparición de actores, y entró a un período con niveles de dólar y precios que generan retornos más razonables.
Y si bien algunos estaban demasiado concentrados en sobrevivir como para hacer otra cosa, en Olisur, la empresa productora de aceite de oliva que Alfonso Swett fundó en 2005, el camino elegido era otro: salir a los mercados con fuerza, apoyados en un producto impecable, que respondiera a los estándares de calidad más exigentes. Y resultó.
Olivos del Sur tiene hoy 2.600 hectáreas propias, con una plantación de 1.500 hectáreas de olivos en San José de Marchigue, en la VI Región, todos destinados a la producción de aceite de oliva extra virgen, ese que sale de la primera prensa de las aceitunas.
En 2014, produjo unos 3,3 millones de litros de aceite, de los cuales exportó casi el 90%, y registró ventas por $ 11.500 millones. Es el mayor productor en volumen de aceite de oliva en Chile y es, lejos, el mayor exportador nacional de aceite de oliva embotellado.
Olisur ha alcanzado esas metas "poniendo el foco en entregar un gran producto, imponiéndonos estándares de calidad altos", comenta su gerente general, José Pablo Lafuente. También lo ha hecho respondiendo a las nuevas exigencias del mercado, como producción sustentable y carbono neutral y certificaciones libre de GMO y orgánica.
De hecho, Olisur es la primera empresa en su tipo en conseguir el sello de carbono neutral para todos sus productos. Además, el año pasado logró la certificación Non-GMO Project Verified para sus marcas O-Live&Co y Santiago Premium. Son pasos que "tienen costos importantes en la empresa, pero afuera marcan la diferencia (...) llegas a consumidores a los que no llegabas", dice Lafuente.
Eso también significa que Olisur no busca competir por precios, lo que es una barrera adicional en un mercado en el que Chile es un jugador relativamente nuevo y donde desafía a actores establecidos de España e Italia.
La estrategia les ha funcionado: 2014 fue su quinto año a la cabeza de los exportadores chilenos de aceite de oliva con más del 50% de los volúmenes y montos de aceite embotellado, "el de valor agregado, en su botellita y con marca, el Made in Chile", señala Lafuente. "Ojalá fuéramos más, como las viñas, en que hay muchos que exportan y promueven el producto chileno, acá el esfuerzo lo hacemos nosotros y tal vez una o dos empresas más".
Quizás el mercado donde podrían cobrar un mayor precio es el europeo, donde los consumidores saben de aceites. Pero el aceite de oliva quedó fuera del tratado de libre comercio con la Unión Europea y hoy paga un arancel cercano a 1,24 euros por litro. Es algo que los productores como Olisur esperan que se revise en las futuras negociaciones con la UE.
Las ambiciones de Olisur no amainan con los años. Las metas para 2015 son seguir creciendo, liderando el mercado local y consolidando su presencia en los países a los que ya exporta.
Esperan un alza cercana al 15% en la producción y beneficiarse de un mayor precio internacional, dada la menor producción de España, el primer país productor a nivel mundial.
Este año también llegarán directamente a los consumidores estadounidenses a través de Walmart con O-Live, un producto que apunta al mercado masivo y con mejor calidad que otros del mismo precio. "El cliente que lo prueba no vuelve atrás", asegura.
Otro desafío, no menos importante, es el de asegurar el abastecimiento diversificando la producción, que hoy se concentra en un solo lugar. Eso implica salir de Chile: la sequía les impide expandirse al norte y el sur resulta demasiado lluvioso. Están examinando posibilidades en Perú, Uruguay y el sur de Brasil. Por ahora, Perú lleva la delantera, con energía más barata y grandes inversiones en los últimos años para asegurar el riego.