Vigilando perímetros de edificios, armados con fusiles de asalto, protegidos con chalecos antibalas y vistiendo, siempre, tenida de combate. Soportando más de 40 °C en un desierto que no es el de Atacama, sino el de la antigua Mesopotamia, y el escenario de dos de los conflictos militares más difundidos de las últimas décadas. En ese entorno, y en una situación compleja tras el retiro en agosto de las tropas de combate estadounidenses, conviven los guardias privados o mercenarios chilenos, que trabajan en Bagdad y otras ciudades de Irak, en una situación que tiene en alerta a la ONU.

De acuerdo al medio australiano ABC News, sólo en la embajada australiana en Bagdad hay cerca de 60 connacionales, lo que obedece a un proceso de externalización de servicios del gobierno de ese país. Una investigación de ese medio asegura que les pagan cerca de un millón de pesos al mes (casi el sueldo mínimo en Australia) y tienen jornadas laborales de 12 horas. Ninguno de ellos está en servicio activo, y también cumplen funciones en Afganistán.

Inquietud

Esta situación tiene en alerta a la ONU. La presidenta del Grupo de Trabajo sobre el Uso de Mercenarios del organismo, Amada Benavides, señaló a este medio que "nos preocupa que el tema de la contratación y la subcontratación siga funcionando (...). Detrás de esto hay un interés de comercio, y de rebajar los costos de la operación de personal".

Benavides es colombiana y en 2007 visitó Chile como parte de la misión de la ONU que indagaba el envío de guardias chilenos por parte del empresario José Miguel Pizarro, quien desde 2004 envió más de 600 personas, y en 2008 fue condenado a presidio remitido por esta práctica. Así terminaba el período "de oro" de los guardias chilenos, que viajaban motivados por sueldos superiores a los US$ 5.000.

Benavides sostiene que están "recibiendo la primera información" sobre estos nuevos casos, pero que les interesa continuar monitoréandolo. Ellos ya estaban en antecedentes de la situación del cabo en retiro del Ejército Esteban Lara, quien en marzo se disparó con su arma mientras cuidaba el perímetro de la embajada australiana en Bagdad.

Lara prestaba servicios a la compañía estadounidense Unity Resources Group (URG), la misma que menciona la publicación australiana como el principal contratista en el proceso de outsourcing de la embajada (ver recuadro).

ONU pide denunciar

La presidenta del Grupo de Trabajo de la ONU explica que para desarrollar el monitoreo requieren que alguien vinculado al caso realice una "alegación" a la ONU, con lo cual ellos pueden solicitar, oficialmente, antecedentes a los gobiernos de Chile y Australia.

Explica que en estos momentos se debate en Ginebra una actualización de la convención sobre este tema, que data de 1989, ya que "la definición que tiene de mercenarios es muy restrictiva y no permite juzgar ni a los empleados ni a las compañías por esa convención".

Fuentes castrenses señalan que serían más de un centenar los chilenos que prestan servicios en Irak. Al respecto, Pizarro -actualmente director de Chile Company Consulting Group, con sede en Washington D.C.- señala que "habría más de 400 chilenos trabajando en distintas empresas de seguridad, cumpliendo funciones de control de accesos, soporte logístico y protección de instalaciones". No comparte la visión crítica de la ONU. "La actividad se encuentra sumamente regulada", afirma. Enumera entre los mecanismos de control que cuenten con seguros de vida por más de US$250 mil, permisos de trabajo entregados por el Ministerio del Interior de Irak y supervisión directa del Ejército de EE.UU.

Acerca de la forma en que los chilenos llegan a Irak, asegura que "se contactan directamente vía e-mail con la empresa en Australia, la cual revisa sus antecedentes. De ser aprobado, el postulante recibe un pasaje de avión para viajar a Jordania o Kuwait en donde es evaluado física y técnicamente antes de ser contratado".