Pueden pasar 200 años, pero la buena ópera se niega a morir. Una de las claves de su vigencia son las nuevas producciones que todos los años sorprenden a la crítica y al público. Emilio Sagi (61) sabe de eso. El régisseur español ha basado su carrera en revitalizar el género con montajes que trasladan las historias a escenarios actuales. Así lo ha demostrado con sus versiones modernas de Carmen de Bizet o L'equivoco stravagante de Rossini, que ha exhibido en La Scala de Milán o el Teatro Real de Madrid.
Desde mañana, el director de escena presenta en el Teatro Municipal su visión personal de La italiana en Argel, la pieza que en 1813 lanzó al estrellato a Giochino Rossini. "Es la primera vez que monto esta obra y desde un principio pensé hacer algo disparatado, un gran vodevil, con todos los efectos dramáticos posibles. La obra es una locura, muy cerca del teatro del absurdo de Ionesco, de las obras de Harold Pinter o de las las películas de Buster Keaton. Tiene un humor contemporáneo, absurdo y ridículo", dice Sagi sobre esta pieza que cierra la temporada lírica del teatro y que no se muestra desde 1984.
En su trama, Mustafá (el barítono Pietro Spagnoli), godernador del Imperio turco, está algo aburrido de su esposa Elvira (la soprano Patricia Cifuentes) y se obsesiona por encontrar a una italiana para comprometerse. Fija su interés en Isabella (la mezzosoprano Marianna Pizzolato), mujer audaz que llega para rescatar a su verdadero amor, Lindoro, esclavo de Mustafá. "Isabella es como una trigresa enjaulada. Es el motor de la ópera, que llega a seducir, que sabe lo que quiere y disfruta del lujo", dice Pizzolato, cantante italiana que acaba de presentarse en el Royal Opera House de Londres. Para la obra, cuya dirección musical está a cargo de Rani Calderón, Sagi propone una estética festiva e inspirada en los años 50, utilizando globos, confetis y espejos. "Esta obra admite todos los golpes de teatro que puedan sorprender y divertir al público", concluye el director.