"Osama quiere que lo hagamos así, Osama lo ordena, Osama no admite errores". Intentando camuflarse entre los inmigrantes que lograban llegar con vida a las costas de Palermo, los traficantes al mando de las barcazas naufragadas la semana pasada en el Mediterráneo no dejaban de repetir ese nombre antes de ser enviados a la cárcel de Pagliarelli. El mismo nombre que un sobreviviente de Mali identificó luego de los masivos naufragios que costaron la vida a casi mil personas, según organismos humanitarios. "Imposible olvidar las palabras que intercambiaron los contrabandistas. La persona que citaban con insistencia ya se ha convertido en una pesadilla. Osama, como Bin Laden", recordó el joven inmigrante.

Los testimonios los consigna el diario italiano La Repubblica, que asegura que el organizador de estos fatídicos viajes que terminaron en naufragios, efectivamente responde al nombre de Osama, un traficante de inmigrantes de nacionalidad libia, de entre 30 y 35 años. "Actualmente se parte de Libia con solo 400 euros, precios 'con descuentos' del 50% respecto de los meses anteriores", explicaron los inmigrantes a ese medio. Una tarifa, que según los investigadores italianos, obedecería a un política "de rebajas para incentivar el éxodo".

Sabratha, una ciudad situada a 60 kilómetros de la capital de Libia, Trípoli, a orillas del Mediterráneo, sirve de base al contrabandista de personas. Los escalofriantes relatos de los sobrevivientes dan cuenta de las torturas y ejecuciones sumarias que enfrentan quienes se rebelan durante la espera en el subterráneo de un edificio deshabitado en Sabratha.

En el cuartel general de Osama, que cuenta con reclutadores en Níger, Benín y Egipto, habría unas 1.500 personas a la espera de ser embarcadas, a las que los guardianes dan "una comida al día y un poco de pan", según los testimonios. Otros son confinados en un campo a poca distancia de Trípoli. "Resistir es durísimo", aseguran.

Hasta hace unos meses, la playa Sabratha parecía estar bajo el control de otro "señor" de la trata de inmigrantes, el etíope Ermias Ghermay. Según los fiscales sicilianos, este contrabandista es organizador, entre otros, del viaje que en octubre de 2013 produjo la muerte de 366 migrantes frente a la isla de Lampedusa. Su rastro termina actualmente en Dubai, donde habría depositado el dinero acumulado en años de viajes ilegales. "He ganado tanto dinero como para vivir a lo grande durante 20 años. Por cada barco que mando a Italia me embolso US$ 80.000", admitió Ghermay en unas de las conversaciones telefónicas pinchadas en poder de los fiscales palermitanos, en las que el traficante de personas comenta las travesías que organiza, con colaboradores de Sudán.

Otro de los grandes traficantes es el eritreo Mered Medhanie, instalado en Trípoli y conocido como "el General". Según el diario británico The Daily Mail, antes de comenzar el viaje que terminó con el gran naufragio en Lampedusa, se le oyó gritar burlescamente: "Dicen que he metido demasiada gente a bordo, pero son los que tienen más prisa en irse". Se calcula que entre Ghermay y Medhanie han hecho una fortuna de más de US$ 100 millones.

En recientes declaraciones al diario español El País, Mirjam van Reisen, experta en el tráfico ilícito de migrantes procedentes de Eritrea y directora del think-tank Europa External Policy Advisores, explicó la forma cómo operan los traficantes de personas: "Los inmigrantes pagan una parte de la suma antes del viaje en el momento del embarque. El resto lo pagan amigos y familiares en los países de llegada, o se abona a través de servicios como Western Union o Money Gram, o lo saldan en el lugar de destino los propios inmigrantes con trabajos gratuitos hasta que se agota la deuda". Ese es el negocio del que hoy vive Osama.