Si alguien debía tomar la misión de detallar la vida y el fugaz estrellato de una de las cantantes más populares de la última década, él era el indicado. Mitchell Winehouse no sólo actuó como el hombre que le mostró los discos de Frank Sinatra y la empujó a tomar un micrófono en sus días de adolescencia; también fue el confidente y uno de los mayores aliados de su hija, Amy Winehouse, la figura del soul fallecida el 23 de julio de 2011 en Londres.

Por ello, precisamente desde esa muerte -debido al exceso en la ingesta de alcohol y que golpeó duro al circuito musical-, el también cantante de jazz se concentró durante meses en escribir el vía crucis que llevó a su hija menor a su debacle personal y artística. El resultado se llama Amy, my daughter (Amy, mi hija), texto de 320 páginas que ayer salió a la venta en EE.UU. y que la próxima semana llegará a Europa. "Desde un comienzo estuve perdidamente enamorado de mi nueva hija, y casi nada más me importaba", dice al inicio de la publicación, casi a modo de prólogo.

Un libro que también presenta imágenes inéditas de la voz de Rehab y que funciona sobre dos ejes: presentarla como una joven normal, apegada a su familia y con fe profunda en su talento vocal; y apuntar a su ex pareja, Blake Fielder-Civil, como el gran responsable de su caída en los excesos que la llevaron a su desenlace fatal.

"Ambos se enamoraron desde el primer día y nunca pudieron separarse el uno del otro", escribe Winehouse en sus memorias. Luego sigue: "Amy estaba totalmente en contra de las drogas químicas clase A, como las llamaba, y mientras Blake consumía coca, Amy sólo fumaba marihuana y bebía. Después supe que Blake estaba experimentando con heroína cuando recién se conocieron. Ella llegó hasta eso, empezó a bajar de peso, llamaba a sus amigos muy borracha. La relación con Blake era turbulenta y sólo podía empeorar".

Ante ello, el artista cuenta que daba la pelea por sacar a la intérprete de ese mundo, pese a lo difícil que era distanciarla de su novio. De hecho, decidió empezar a manejar las ganancias que arrojaba su ascendente carrera musical. "Hablamos y le dije que ella era 100% dueña de su compañía y que mi trabajo era vigilar las cosas, firmar los cheques y cuidar sus intereses. Creo que Blake se sentía amenazado por la relación tan cercana de Amy con su familia. Resentía del tiempo que pasábamos juntos y la trataba de distanciar de nosotros. Ya estaba a un nivel en que las drogas la hacían comportarse en forma errática. Yo vivía al filo del abismo. Le dije que necesitaba rehabilitación y no nadar en una playa de sangre. Ella me dijo que me preocupara de mis propios asuntos".

Si de distancia se trata, "Mitch" también recalca que él nunca sintió empatía con Back to black (2006), el álbum multiventas que su hija dedicó a sus problemas con Fielder-Civil y que se convirtió en su bisagra absoluta al suceso planetario. "Uno de los más grandes álbumes de este siglo es acerca de uno de los más grandes cabrones que Dios ha puesto en el mundo", es su reclamo.

En contraparte, expresa mucho más afecto hacia Frank (2003), su debut y que sólo gozó de repercusión con el éxito posterior. Durante el libro, expresa: "No fue escrito desde las profundidades de la desesperación. Me encanta aún oír Frank y lo pongo a menudo. Estaba tan orgulloso de mi pequeña". Pese a los buenos recuerdos, el autor sabe que el fulminante triunfo de ese trabajo -al menos en Inglaterra, donde alcanzó disco de platino- detonó la llegada de las primeras malas compañías a la vida de su hija. Un entorno del cual ella nunca estuvo consciente. "Yo veía que todo iba tan rápido como había comenzado, aunque Amy no estaba preocupada y continuaba saliendo y pasándolo bien. La gente alrededor de ella parecía tener conciencia de lo que estaba ocurriendo con su carrera y la trataban como si fuera una estrella. Me imagino que si mucha gente te dice que eres una súper estrella te lo terminas creyendo".

A modo casi anecdótico, el músico también cuenta que una de las pocas personas a las que la cantante le hacía caso era su abuela paterna y que desde pequeña demostró desprecio por los estudios y la vida más formal. "Fue un alivio para la escuela cuando Amy se cambió a una de perfil artístico a los 12 años y medio. Aun así había incidentes, por ejemplo el aro en la nariz no estaba permitido, aunque terminaron aceptándola como era".