En lo que pudo ser visto como una secuela de la decisión que Benedicto XVI tomó en enero para derogar la excomunión a cuatro obispos lefebvristas, incluyendo a uno que niega el Holocausto, el Papa reestructuró ayer la oficina del Vaticano que se encarga de las relaciones con el mundo lefebvrista, y, en consecuencia, despidió gentilmente a los encargados que participaron en el fiasco.
Como resultado de la exposición del documento Ecclesiae Unitatem, el cardenal colombiano Darío Castrillón, quien había ejercido la presidencia de la Comisión Ecclesia Dei desde 2000, y el sacerdote italiano Camille Perl, oficial número dos de Ecclesia Dei, fueron despojados de sus cargos. La Comisión Ecclesia Dei fue creada por Juan Pablo II en 1988, para manejar las relaciones con los seguidores del excomulgado arzobispo francés Marcel Lefebvre.
Ambos jugaron papeles clave en la decisión de derogar la excomunión, incluyendo la del obispo Richard Williamson, el prelado lefebvrista que en una entrevista negó que los nazis habían usado cámaras de gas y que fueron seis millones de judíos los que murieron en el Holocausto.
Los lefebvristas rechazaron muchas de las reformas asociadas al Concilio Vaticano II. Así, los tradicionalistas se aferraron a la misa en latín, mientras que muchos habían expresado sus objeciones a las enseñanzas del Concilio sobre ecumenismo, diálogo interreligioso y libertad religiosa.
La reestructuración anunciada ayer es vista por muchos observadores como una señal de que el Vaticano intenta tener más cuidado y tal vez poner un poco de mano dura en cuanto a sus relaciones con los católicos tradicionalistas.
Expuesto como un motu proprio, o el ejercicio de la autoridad personal del Papa bajo la Ley Canónica, Ecclesiae Unitatem pone a la Comisión Ecclesia Dei bajo la supervisión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el organismo doctrinal más importante del Vaticano. Esto significa que la responsabilidad final de la relación de la Iglesia con los tradicionalistas será del cardenal estadounidense William Levada, prefecto de la congregación doctrinal. Levada dijo que, en lo que respecta al movimiento lefebvrista, "las interrogantes doctrinales permanecen abiertas". Hasta que éstas sean clarificadas, de acuerdo con la afirmación de Levada, "la Fraternidad San Pío X no puede disfrutar de ningún estatus canónico dentro de la Iglesia y sus ministros no ejercen ningún ministerio de forma legítima dentro de ella".