"La muerte de Gerry Conlon me trajo recuerdos que pensé había enterrado", dice a La Tercera Paul Hill, refiriéndose al fallecimiento el sábado pasado de su amigo, cuya vida inspiró la película de Jim Sheridan de 1993, En el nombre del padre. Y la alusión a la que hace referencia es nada menos que los 15 años que permaneció en la cárcel, al ser acusado erróneamente de ser uno de los autores del atentado en un pub en Guildford, al sur de Londres, el 5 de octubre de 1974.

Paul y Gerry se conocieron en el colegio, en Belfast, y no preservaron su amistad sino hasta que se volvieron a reencontrar en Londres, en 1974. Eran tiempos muy agitados: el Ejército Republicano Irlandés (IRA) había comenzado en marzo de 1973 una serie de atentados en suelo inglés, lo que llevó al gobierno británico a promulgar el Acta de Prevención de Terrorismo, para detener las acciones de la organización. Es en este contexto que el IRA coloca la bomba en el bar en el que murieron cinco personas. Casi dos meses después, Paul Hill, de 20 años, es detenido -el primero bajo esa ley- y confiesa el crimen tras 24 horas de torturas. "Siempre insistimos en que confesamos sólo después de ser brutalizados, maltratados y amenazados, y esa confesión consistió en una mezcla de información de nuestro pasado, inventos y detalles que la policía de Guildford entregó", ha dicho Hill, quien, según consta en los medios, fue el que implicó a Gerry Conlon, de 21 años, quien fue detenido el 30 de noviembre de 1974. Luego de tres días de duros interrogatorios, este último menciona a Paddy Armstrong y su novia, Carole Richardson, quienes también son arrestados. En el frenesí de detenciones por el crimen, también son encarcelados el padre de Gerry -quien murió en la cárcel en 1980-, una tía y la familia de ésta, acusados de fabricar bombas para el IRA.

"Fuimos unos chivos expiatorios. Tenían que arrestar a alguien por el atentado y Gerry fue el mayor chivo expiatorio de todos", acusa Hill. El hombre es reticente a hablar de los vejámenes a los que fueron sometidos. Aparte de los golpes, armas en la boca y en la sien, amenazas de matar a familiares, se sabe que recibían comida con excrementos y vidrios. Las condenas de los Cuatro de Guildford fueron anuladas en 1989, luego de que se presentara una apelación por la abogada Gareth Peirce, en la que se dio cuenta de que las notas de los interrogatorios policiales habían sido editadas y que información clave había sido ocultada a la defensa. Tras salir de la cárcel, Paul Hill se convirtió en un activista de derechos humanos, dedicado a casos donde se cometieron errores judiciales. Estuvo casado entre 1993 y 2006 con Courtney Kennedy, hija del asesinado senador y ex fiscal general de EE.UU. Robert F. Kennedy, con quien tuvo una hija.

"Gerry tenía muy buen sentido del humor y sé que murió contento, porque Inglaterra fue eliminada del Mundial de Fútbol", bromea en conversación por teléfono, desde Washington, con La Tercera.

¿Cómo supo que Gerry Conlon había muerto?

Supe por unos familiares en Irlanda que me llamaron por teléfono. Fue complicado, porque recordé muchas cosas. Hablamos de un período de tiempo que fue difícil para nosotros, especialmente para Gerry, porque perdió a su papá en la cárcel. El tenía una carga mayor que nosotros, porque su papá nunca fue liberado de su cabeza.

En Chile, el caso fue conocido por la película En el nombre del padre. ¿Cuánto se parece la cinta a lo que les ocurrió en la vida real?

La película no se parece a los eventos reales, porque así es Hollywood. Por ejemplo, nunca fui a Inglaterra con Gerry, nunca viví en Inglaterra con Gerry. Había muchas cosas que pusieron y no ocurrieron. Lo que nosotros con Gerry siempre dijimos era que la película deja un hecho y un pensamiento. El hecho era que esto (ser acusado de un crimen que no cometieron) le pasó a gente, y el pensamiento era que nadie fue hallado culpable por este hecho. Creo que si la gente que vio la película se quedó con esa sensación, entonces la película contó la historia bien.

¿Cómo terminaron siendo culpados del atentado?

Yo me encontré con Gerry en Inglaterra. En ese momento, el IRA estaba colocando varias bombas y se promulgó el Acta de Prevención de Terrorismo, que no consideraba muchas partes del sistema legal. Esto no sólo nos pasó a nosotros, les pasó al menos a 20 personas durante esta campaña de bombas en 1974. Fueron 15 largos y brutales años, antes de que el gobierno británico fuera forzado a admitir que nosotros no cometimos esos crímenes. Es algo que nosotros creemos que siempre supieron.

Gerry Conlon dijo que no había tenido tiempo para prepararse psicológicamente para que lo liberaran. ¿Le ocurrió lo mismo a usted?

Sí, yo estaba detenido en la isla de Wight (al sur de Inglaterra) y Gerry estaba en una prisión en el norte de Inglaterra. Nos llevaron a una prisión en Londres, nadie nos dijo que nos iban a liberar, al día siguiente nos llevaron a la corte y nos liberaron. Todo el país sabía que nos iban a liberar, menos nosotros.

¿Fue muy duro para usted reanudar su vida o tratar de reconstruirla? ¿Enfrentó el prejuicio de la gente?

En parte pude reconstruir mi vida, pero perdí 15 años de ella y los recuerdos vienen constantemente. ¿Cómo puedo tener una vida normal, cuando nada se aprendió, cuando nada fue rectificado cuando nos liberaron? A nadie se responsabilizó por lo que ocurrió, ningún policía, ningún juez. Si nadie toma la responsabilidad, si ningún policía es encontrado culpable, entonces, lo seguirán haciendo. Lo que pasa es que en ciertas personas ha quedado la duda, hay gente que aún dice: quizás lo hicieron. ¿Cómo se puede continuar la vida si ese es un pensamiento en gente importante?

Este año se cumplen 40 años desde el atentado en el pub en Guildford. ¿Cuáles son sus reflexiones?

Mucha tristeza. Es difícil de explicar a alguien lo que perdiste en 15 años de tu vida, es difícil para la gente comprenderlo. Lo que le digo a la gente es: piensa en todas las cosas que has hecho entre los 21 y los 35 años. Son los más importantes, uno tiene una carrera, uno conoce a alguien que ama, uno se casa, tiene hijos, tiene un hogar, tienes una vida. Imagina no haber hecho eso en tu vida, no haber logrado nada entre esos años. Quizás ahí se pueda comprender lo que perdimos. Estaría mintiendo si te dijera que no siento rabia. No me queda mucho tiempo por delante. Uno trata de llevar la vida lo mejor que puede, pero el recuerdo siempre está, nunca te deja.