"Algo no muy bueno sobre la distribución de filmes extranjeros en EE.UU. dice el hecho de que el director portugués Pedro Costa se haya convertido en una de las figuras más exaltadas del cine mundial, sin que una sola de sus creaciones haya tenido un estreno comercial aquí".

Las palabras son del crítico Dave Kehr, del New York Times, quien entre la rabia y el desconsuelo comentó la caja Letters from Fontainhas que el sello Criterion acaba de publicar en DVD. Y si un nombre clave como el de Costa no consigue exhibición en el país del Norte, qué puede esperarse en Chile, donde el realizador es conocido sólo entre unos pocos iniciados. Así las cosas, el que la prestigiosa revista inglesa Sight&Sound lo haya incluido entre los "siete magníficos" del cine contemporáneo -junto a Michael Haneke y los Dardenne- sólo da nueva evidencia del divorcio entre el circuito festivalero y el resto del mundo.

De cualquier modo, es tiempo de que el cine reposado e inquieto del lisboeta alcance nuevos públicos vía digital. Ya en 2008 se lanzó una caja en España y ahora fue el turno de Criterion, con Ossos (1998), En el cuarto de Vanda (2000) y Juventud en marcha (2006). Eso y un set deslumbrante de extras. Todo con la aprobación del cineasta.

Una cosa llevó a la otra

Nace el día en Fontainhas, un gueto en las afueras de Lisboa donde abundan inmigrantes de la ex colonia portuguesa de Cabo Verde. Un hombre mayor, que ha pasado la noche a la intemperie, se despierta, se levanta, hace algo que asemeja un ejercicio matinal y parte a vivir un día como los demás. Todo en un solo plano, de algo más de dos minutos.

La imagen corresponde a Los cazadores de conejos (2007), corto incluido en el DVD y testimonio de la lealtad y cercanía de Costa con Fontainhas.

Todo partió con Casa de lava (1994), filme rodado en Cabo Verde. Al regreso, provisto de encargos que algunos locales le hicieron para familiares en Portugal, Costa conoció el suburbio. Quiso contar un historia ahí y salió Ossos, filme cooptado incluso por los medios y la clase política en tanto reflejo de una pobreza que muchos preferían no mirar. "No fue por interés sociológico que hice estas películas", ha dicho el director, célebre por sus planos largos y por hacer hasta 80 tomas hasta quedar contento. "No es que dijera, 'ahora voy a hacer un filme sobre los miserables y los drogadictos'". Sencillamente, cuenta, una película llevó a la otra.

Aplaudidas por la crítica, sus películas son cada vez más largas, pero parece que el financiamiento no lo complica: "Es muy simple hacer un presupuesto. Se trata de tener el dinero justo para vivir todos los meses, tres o cuatro amigos y yo".