La última vez que Pedro Lemebel llegó con sus zapatos de tacos rojos a la Feria del Libro de Santiago fue el 2008 para presentar Serenata cafiola. Con la música de Isabel Parra el escritor chileno leía sus crónicas a su estilo: desenfadado y provocador. No se sabría después mucho más del destacado cronista, pero el autor de Loco afán y De perlas y cicatrices , ex integrante del colectivo las Yeguas del apocalipsis, junto a Francisco Casas, no dejó de escribir. Sin embargo, a tres años de su último libro, la deuda está pendiente.

En parte, hasta mañana, cuando Pedro Lemebel haga una lectura de anticipo de sus nuevas crónicas, que incluirá en el volumen Háblame de amores. El libro debiera estar en librerías por Seix Barral antes de fin de año.

Mañana también, a las 19.30 horas en la Estación Mapocho, realizará "una puesta en escena audiovisual de algunas crónicas", adelanta Lemebel. "Son textos que marcan la insistencia sobre temas que me han convocado y he defendido desde siempre; la justicia social, los derechos humanos, las micropolíticas sexuales de la diferencia, discursos culturales, pero fragmentados en su relincho impertinente". Hay algo más de su participación mañana en la Feria del Libro. "También habrá un momento dedicado a Bolivia, país invitado a la feria", concluye a modo de sorpresa.

Para el 2012 Lemebel promete su segunda novela a una década de Tengo miedo torero (2001), que vendió más de 20 mil ejemplares y fue llevada al teatro por la compañía Chilean Business el 2005.

Si el telón de fondo en Tengo miedo torero fue el atentado fallido a Augusto Pinochet, en 1986, esta vez el mundo delictual sale a escena.

El éxtasis de delinquir, es el título de la segunda novela de Lemebel que saldrá por editorial Seix Barral. "Es un homenaje a un amigo muy querido, Patricio Egaña, gran personaje, un artista malandra y bello dandy carcelar", cuenta el escritor, de quien dijera Roberto Bolaño: "Es el mejor poeta de mi generación".

Era diciembre de 2006 y el cuerpo de Patricio Egaña se encontraba en la morgue de Valparaíso. Recién dos años después un grupo de amigos retiró sus restos para darle una última despedida. Patricio Egaña, portador de VIH, fue acusado de ser el proveedor de drogas del empresario Claudio Spiniak, y había pasado gran parte de su vida en la cárcel. Sin embargo, sus cercanos siempre lo definieron como un hombre educado y culto, que escribía poemas, cuentos y pintaba. En 1996 logró el indulto presidencial, tras 12 años en prisión, gracias a las gestiones de la escritora Matilde Ladrón de Guevara.

Lemebel cuenta: "Por mucho tiempo sostuve conversaciones radiales con él. Es una historia que no reproduce los códigos carcelarios. No es tampoco una biografía, sino un retrato social que no penaliza a nadie".