La secuencia de la película muestra a dos hombres tirados en los pastos de la Quinta Normal boca abajo. Dos vagabundos. El primero sin zapatos, el segundo de rostro sucio. El último, tras una rápida superposición, se convierte en José Donoso. Termina 1975 y el escritor, en la cima de su popularidad, está en Chile a propósito de la muerte de su madre. A los pocos días volverá a España, donde vive con su esposa e hija. Su paso por la Quinta Normal es un regreso, vuelve para decir de dónde viene: Donoso se levanta del pasto y, mirando a la cámara, cuenta que ese parque fue su refugio cuando en su juventud era rechazado por todo su entorno social. Ahí se camuflaba entre los vagabundos. "Estaba con otros parias como yo", dice.
El documental se llama Pepe Donoso (1976) y vuelve a mostrarse mañana, en una retrospectiva de Carlos Flores, dentro del Festival Internacional de Documentales de Santiago (Fidocs). La película retrata al autor de Coronación en uno de los momentos más altos de su carrera: Donoso pasa por Chile tras ser parte de esa generación de oro de la literatura latinoamericana -el boom- y ya tiene algo parecido a un clásico a su haber, El obsceno pájaro de la noche. En el documental Flores mostrará el íntimo revés de esa carrera.
Monstruos y parias
Documento de época, en Pepe Donoso el mismo Donoso, desbordando su ego en la pantalla, guía un recorrido por un Santiago provinciano que lo lleva por casas derruidas y barrios marginales buscando las claves de su obra. Interroga a su padre; su nana de toda la vida lo retrata de niño. Enrique Lihn lo ayuda a descifrar la Generación del 50.
"La labor del escritor es una labor de ciego, uno nunca sabe las cosas que ve hasta que no las escribe", dice, mientras la cámara de Flores se pasea por la casa de su familia, en la calle Holanda, posándose en figuras y torneados de muebles de contornos monstruosos. "Me pregunto si no son mis abuelos, mis parientes, pobres y ricos, los que son esos monstruos que pueblan mis novelas", dice el escritor.
El documental luego sale a la calle. Avanzan en un auto que los lleva por Alameda. Pasan frente a El Bosco, el mítico bar, y luego, en el barrio Matucana, Donoso reconoce los boliches marginales que visitaba "noche tras noche". Luego, la Quinta Normal: "Aquí me venía a perder. Aquí era mi experiencia vital más importante. Me sentía completamente rechazado por todo el mundo. A mí se me odiaba en la casa. Era un paria. Acá tuve esas conversaciones con vagabundos que han dado origen a El obsceno pájaro de la noche", cuenta.
Más allá de las comodidades de su casa en Holanda, Flores lleva a Donoso a viejas casonas abandonadas. El escritor las recorre como si recorriera sus novelas. "Para mí es imposible expresar las cosas con realismo, casas como estas se transforman en metáforas. En un material que se me escapa de las manos", dice Donoso, en un caserón ruinoso del centro de Santiago, donde alguna vez vivió una familia Portales y, más tarde, la costurera de su familia y que él visitó cuando niño.
Después de casarse con María Pilar en 1961, el matrimonio se construyó una casa en Los Dominicos. Una casa moderna, muy lejana a los caserones que poblarían su obra. Hasta ahí llegan en el documental y mientras la recorren, Donoso cuenta que ahí también están sus obsesiones literarias: "Sin saberlo construí una casa que en cierto sentido era un imbunche. Era como una gran prisión blanca".
La miseria vuelve a Pepe Donoso hacia el final: el escritor recuerda que de joven, cuando volvía de la playa con un amigo en auto, atropellaron a un vagabundo y lo mataron. "Era un hombre sin identificación, sin identidad", dice. Es la entrada para lo que de verdad quiere contar Donoso: que su nana, Teresa Vergara, se emocionó al conocer los hechos porque recordó a su hermano, quien probablemente se había convertido en un vagabundo como el que ellos habían matado. "Fue muy fuerte su emoción. Aclaró muchos puntos en vida. Me conectó con el mundo exterior. Con el más allá", dice.