La ciudad iraquí de Basora tiene una larga tradición ligada a las historias fantásticas de Simbad, el marino, e incluso hay quienes la han identificado con el Jardín del Edén. Hoy, la segunda ciudad más importante de Irak, está reconquistando su lugar de privilegio: tras años de guerra, atentados y destrucción, los grandes yacimientos de petróleo que existen en el territorio han permitido que gradualmente la urbe vuelva a tener la vida de la que gozó antes del inicio de la invasión aliada a Irak, en marzo de 2003.

Hace tres semanas, ocurrió el acontecimiento más visible de esa recuperación: reabrió sus puertas el hotel más lujoso de la ciudad, el Basra International Hotel, que cuenta con 250 habitaciones y demandó una inversión de US$ 55 millones. El edificio, antes llamado Sheraton Basora Hotel, resultó severamente dañado durante las batallas de 2003 y gran parte de su mobiliario fue saqueado en las revueltas que se sucedieron.

Además, las tropas británicas lo usaron durante cuatro años como su cuartel central. Sólo en septiembre de 2007 comenzaron los proyectos para devolverle al hotel su apariencia anterior.

La reapertura del hotel, en conjunto con la revitalización de las áreas más comerciales de la ciudad, han sido impulsadas por la llegada de gigantes petroleros como British Petroleum y CNPC de China. Ambas empresas están instaladas en Rumaila, al norte de Basora, donde también Exxon Mobil está haciendo nuevas exploraciones. Se estima que en Basora está el 40% de las reservas de petróleo de Irak.

Sin embargo, a medida que la actividad petrolera retoma su fuerza, también quedan en evidencia las profundas carencias que aún vive Irak. Uno de los principales problemas sigue siendo la disponibilidad de energía: los habitantes de Basora cuentan con sólo cuatro horas de electricidad al día y su potencia es insuficiente para la activación de equipos de aire acondicionado.