Señor director:

Al observar las reacciones que originaron los “incidentes” protagonizados por las barras de Colo Colo y Santiago Wanderers en el duelo que decidía al campeón del fútbol chileno, es necesario reflexionar sobre la falta de análisis de las autoridades frente al tema.

Plan Estadio Seguro fue el ejemplo más fidedigno del fracaso en la erradicación de la violencia. Sus medidas llegaron a bordear lo ridículo. La prohibición de bombos, lienzos y banderas fue una clara expresión de aquello, donde se terminó por alejar a todos quienes asistían a disfrutar de la fiesta del fútbol, manteniendo en las gradas a quienes sólo van a delinquir.

La marginalización de las barras fue un error y, contrario a su intención inicial, generó un incentivo perverso en donde éstas tomaron posiciones más radicales frente a las autoridades. Claro ejemplo de ello es el aumento de la violencia desde la adopción de dicha política. Esto también trajo consigo divisiones internas y disputas de poder en las barras que han derivado en hechos delictuales; en palabras sencillas, se profundizó el problema que se quiso atacar.

La lección no puede ser otra: la prohibición es un barniz que no resuelve la compleja situación de la violencia en el fútbol. Es hora de reconocer el fracaso y dar marcha atrás a las medidas que sólo han profundizado el problema, y considerar la colaboración de todos los actores. De lo contrario, seguiremos tolerando que las autoridades se escuden en medidas de dudosa eficacia, como la de prohibirle a la gente asistir a los estadios.

Rodrigo Madariaga M.