Patricia Jabré levantó un pequeño altar en el living de su casa. Sobre una mesa que está adornada con un mantel blanco y un pequeño macetero con flores plásticas, conserva las fotos y los recuerdos de su hija Macarena Sánchez, de 14 años, una de las niñas asesinadas por Julio Pérez Silva. Ha transcurrido una década de la desaparición y muerte de su hija, Patricia y su familia siguen viviendo en Alto Hospicio. Los mueve el recuerdo de la pequeña que resultó muerta a manos del asesino serial, al igual que otras 13 jóvenes.
Fueron esos crímenes, que en julio de 2000 salieron a luz como una cadena de extrañas desapariciones, que dieron fama y estigma a la populosa comuna, que nació a partir de campamentos y que a comienzos de los 90 no superaban los 2.000 habitantes.
A 10 años, Alto Hospicio ha sufrido una transformación total, junto con una brusca explosión demográfica, con una tasa promedio de crecimientoanual de un 24,7%, una de las mayores a nivel nacional. Pasó de tener 50.215 habitantes, en 2002, a 85 mil en 2010, un aumento de casi 70%. Hace casi dos décadas, en 1992, cuando era sólo campamentos y parcelas, vivían 5.588 personas.
Ahora, el 85% son personas cuya edad es inferior o igual a 44 años. El crecimiento habitacional es superior al 12% anual, fuera de los rangos normales de otras comunas.
"A pesar de que nunca seremos capaces de sobreponernos al dolor que generaron los asesinatos de las niñas, sabemos que los crímenes fueron determinantes en el futuro de Alto Hospicio. Después de que las autoridades dijeron que se trataba de casos de abandono de hogar, de trata de blancas, prostitución infantil, que cuestionaron la formación que le dábamos a nuestras hijas y dudaron de nuestro rol como padres, claramente, su obligación era poner los ojos en esta ciudad, enmendar los errores cometidos y ayudar al desarrollo", dice Jabré.
Una visión similar comparte el alcalde, Ramón Galleguillos, quien asumió a los pocos meses de que la ciudad fuera declarada comuna, en abril de 2004. "Sin lugar a dudas, los crímenes cometidos por el sicópata de Alto Hospicio implicaron que las autoridades debieron concentrar muchos de sus esfuerzos en la ciudad y realizar inversiones, con el objetivo de saldar la deuda que había con los habitantes debido a la estigmatización de que fueron víctimas".
Ello se traduce, según Galleguillos, en que hay proyectos de inversión por más de $ 21 mil millones: "Nos ha permitido dejar de ser considerados una comuna extremadamente pobre, el patio trasero de Iquique".
Se han realizado obras viales, infraestructura deportiva y social, y comercio ligado a las empresas que prestan servicio a la minería. Además, se han instalado 28 colegios subvencionados.
A ello, se agrega la construcción de viviendas que aumentó por la seguridad que brinda la comuna ante un eventual "desastre natural, por ejemplo, un tsunami", dice el edil.