TOMAR el ascensor puede ser una de las partes menos memorables de nuestro viaje al trabajo. El doctor Lee Gray, de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos, se ha dedicado a investigar el ascensor como una forma de transporte público a la que le prestamos poca atención. "Pero que se ha convertido en un espacio socialmente interesante, donde el ser educado es algo extraño", explica.
Las conversaciones que se entablan en el lobby tienden a extinguirse rápidamente en la atmósfera densa del ascensor de la oficina. Entramos y, por lo general, nos damos la vuelta para quedar mirando hacia la puerta. Si alguien más entra, quizás tengamos que movernos. Y es aquí donde se ha observado que los viajeros de ascensor pasan sin pensar por un patrón de movimientos predeterminados como una danza en un cuadrado:
Cuando estás solo en el ascensor puedes hacer todo lo que quieras, es tu propia caja pequeña. Si hay dos personas, cada una toma una esquina diferente. Pararse separados en diagonal crea la mayor distancia. Cuando un tercero entra, las personas se moverán inconscientemente en un triángulo (rompiendo la analogía que algunos han hecho con los puntos de un dado). Y cuando ingresa una cuarta persona, se forma un cuadrado con cada uno en una esquina mientras una quinta persona probablemente tendrá que ubicarse en el medio. Y es ahí cuando entramos en territorio desconocido.
Las personas que en adelante entren al ascensor tendrán que analizar la situación cuando las puertas se abran y actuar decisivamente. Una vez dentro, para la mayoría de la gente el protocolo es simple: mirar hacia abajo o revisar el celular.
¿Por qué nos sentimos tan incómodos en los ascensores? "No tenemos suficiente espacio", dice la profesora Babetter Renneberg, una sicóloga clínica de la Universidad Libre de Berlín. "Usualmente cuando conocemos a otras personas tenemos que estar a un brazo de distancia de ellos. Y eso no es posible en la mayoría de los ascensores, así que es un escenario muy inusual e incómodo".
En un espacio tan pequeño y cerrado se vuelve vital -explica la experta- actuar de una forma que no sea vista como amenazadora, extraña o ambigua. Y la forma más fácil de hacer esto es evitar el contacto visual.
Pero quizás hay más que solo incomodidad social. El sicólogo Lee Gray dice que el sentimiento de pérdida de poder es la principal causa de ansiedad en el ascensor. "Estamos en una máquina en movimiento, de la que no tenemos ningún control. No se puede ver el motor del ascensor y no sabemos cómo está funcionando", dice. Una sensación de pasividad que se ha incrementado ahora que entramos en la era de los ascensores "inteligentes".
Pero, más allá de los reparos y ansiedades, Gray dice que los ascensores son más seguros que los autos y significativamente más seguros que las escaleras eléctricas. "Es un hecho que es una de las formas más seguras de transporte". Todos sabemos esto, por lo que continuamos usándolos todos los días sin importar nuestras ansiedades. "Hemos aprendido que podemos tomar el ascensor y es seguro", dice Renneberg. "Así que de una forma es un triunfo del racionalismo por sobre nuestros instintos animales."
Este pensamiento tranquilizador es para reflexionar la próxima vez que se suba a uno. Eso sí, nunca, haga lo que haga, empiece una conversación sobre eso dentro de uno.