Era diciembre de 1954 y en el Hospital Peter Bent Brigham, en Boston, Joseph Murray, un joven médico estadounidense realizaba una intervención inédita hasta entonces: trasplantaba un riñón a un joven de 23 años, donado por su hermano gemelo. La cirugía fue un éxito y se convirtió en el primer trasplante de órganos del mundo entre pacientes vivos. Un hito que más tarde y gracias a sus estudios posteriores, le permitió a Murray ganar el Premio Nobel de Medicina en 1990.

Cincuenta y ocho años después de su cirugía pionera y en el mismo hospital donde la realizó -conocido hoy como Hospital Brigham Women- Joseph Murray falleció este lunes, a la edad de 93 años, luego de sufrir un accidente vascular encefálico la semana pasada.

Hermanos Herrick

Richard Herrick tenía 23 años cuando su hermano gemelo Ronald (ver recuadro), decidió donarle uno de sus riñones para ayudarlo a curarse de una nefritis crónica que hacía inviable su vida sin un nuevo riñón. Para concretar la cirugía -hasta entonces nunca efectuada en el mundo- la Corte de Massachusetts emitió una autorización que se basó en que los hermanos gemelos estaban tan unidos -tanto física como emocionalmente- que la pérdida de un riñón por el donante siempre sería menos dolorosa que la pérdida de su hermano.

Con ese permiso, Murray realizó la intervención que permitió que Richard sobreviviera ocho años más, aunque su posterior muerte no estuvo relacionada con el riñón trasplantado, sino con el otro, el que también falló. “El riñón trasplantado funcionó de inmediato con una mejora drástica en el estado renal y cardiopulmonar del paciente”, dijo Murray más tarde.

Inmunosupresores

La persistencia de Murray es la que hoy permite trasplantar los más variados órganos y con buenos resultados. En esa primera intervención, el médico venía desde hace tiempo observando que más allá de la técnica utilizada durante la cirugía misma, las complicaciones y fracasos del trasplante se debían al sistema inmune que no aceptaba el órgano proveniente de un externo.

“El lento rechazo de tejido foráneo me fascinaba. ¿Cómo es que el huésped puede distinguir que se trata de la piel de otra persona y no de la propia?”, era una de las preguntas que más se hacía Murray, según reconoció en su autobiografía para la Fundación Nobel.

Murray, que trabajó toda su vida en el mismo hospital de Boston, siguió realizando trasplantes entre gemelos idénticos, pero también se dedicó a la cirugía plástica, especialmente a tratar con injertos graves quemaduras de piel. Allí nuevamente se topó con el rechazo del sistema inmune como principal impedimento para el éxito de sus intervenciones.

El conjunto de sus observaciones contribuyó a que en la década de los 60 se desarrollaran fármacos inmunosupresores. De hecho, en 1962 junto a su equipo realizaron el primer trasplante exitoso de tejido de un donante no relacionado: Mel Doucette, de 23 años, recibió un riñón de un hombre que había muerto.

Su legado

En varias entrevistas Murray reconoció que siempre encomendaba su trabajo a Dios y que agradecía cada día por la labor que cumplía. Al referirse a su fallecimiento, la doctora Elizabeth Nabel, presidenta del Hospital Brigham Women, señaló que “el mundo es un lugar mejor gracias a todo lo que ha dado el Dr. Murray. Su legado perdurará para siempre en nuestros corazones y en todos los pacientes que han recibido el don de la vida a través del trasplante”, indicó.

Rick, uno de los hijos del doctor Murray, recordó que su padre fue un gran hombre. “El decía: las dificultades son oportunidades. Esa es una cita que está sobre su escritorio en casa y refleja el optimismo inquebrantable de un hombre que fue generoso, curioso, y siempre humilde”.

Primer donante falleció en 2010

La noche anterior a la histórica operación, Richard Herrick le pidió a su hermano Ronald, quien le donaría su riñón, y dormía en la habitación continua en el Peter Bent Brigham Hospital, que se fuera a casa. “Ron regresó la carta con una nota diciéndole estoy aquí y me voy a quedar. Eso es todo”, contó en 2010 Cynthia, esposa de Ronald Herrick, quien junto a su hermano y el doctor Murray pasaría a la historia, pero como la primera persona del mundo en donar un órgano.

Tras la muerte de su hermano en 1962, Ronald se volvió reticente a hablar del trasplante. Lo suyo fue hacer clases de matemáticas y disfrutar del campo en la ciudad de Belgrade (en el noreste de EE.UU.)), vida que le recordaba la granja en la que se crió con su hermano.

Por el hermetismo, Cynthia debió bregar mucho para obtener detalles de la histórica cirugía, y así y escribir un libro sobre la vida de su marido. “Lo mejor que él tenía para ofrecer: la historia de Ron Herrick” (2004), es un texto que narra cómo Ronald nunca titubeó en ayudar a Richard. “Lo hizo para salvar a su hermano que se estaba muriendo. El no habría hecho otra cosa. Sólo fue muy modesto sobre el tema. Era el tipo de persona que era, y no uno para hablar sobre sí mismo”, contó su esposa en una nota en el Boston Globe.

Ronald murió el 28 de diciembre de 2010 a los 79 años, probando de paso la longevidad que pueden alcanzar los donadores de órganos.