Con una amplia postal de Jerusalén a sus espaldas -en la que se veía parte de la ciudad antigua, la dorada mezquita de Al-Aqsa y, a pocos pasos de un camello, cuyo dueño cobraba por cada foto junto a él-Sebastián Piñera posó ayer con cada uno de los integrantes de su comitiva en el mirador del Monte de los Olivos.
Uno de ellos fue el presidente de la comunidad judía en Chile, Gabriel Zaliasnik, quien "se parece al diputado Gabriel Silber (DC)", como dijo la senadora RN Lily Pérez, recordando el comentado gafe en que Piñera confundió a ambos durante una ceremonia en La Moneda, hace varios meses. "Deberían estar los dos en la foto", aportó el diputado Ramón Farias (PPD). Reticente, Silber avanzo y Piñera extendió sus brazos, posando con ambos entre las risas del resto de la comitiva.
La llegada al Monte de los Olivos era la primera parada de Piñera en una jornada marcada por el calor del Medio Oriente y extensos recorridos por lugares santos de Jerusalén, como el Muro de los Lamentos y el Santo Sepulcro.
Horas antes, había sobrevolado Israel en helicóptero. Pudo ver, según el Mandatario comentó, el río Jordán, el mar de Galilea, el mar Mediterráneo, las ciudades de Jaifa y Cesarea, y de vuelta a Tel-Aviv. Ahí se reunió con el ex primer ministro israelí y actual titular de Defensa de ese país, Ehud Barak.
En el Monte de los Olivos, el Mandatario explicó las razones de su gira por Israel y Palestina. Para ello, recordó el reconocimiento que Chile hizo del Estado palestino en enero. Decisión que, a diferencia de Brasil y Argentina, no incluyó una mención explícita de las fronteras previas a la guerra con Israel en 1967, límites reivindicados por las actuales autoridades de dicha nación árabe.
El Gobernante dijo que esta postura "busca contribuir (…) para que las conversaciones de paz entre Israel y Palestina puedan converger en un acuerdo que permita la existencia de dos estados (…) con fronteras seguras y reconocidas internacionalmente".
Tras un rápido almuerzo en el hotel con sándwiches "Sebastián Piñera" -rúcula, salmón y queso Philadelphia, creados en el chileno Café Torres-, el Presidente partió al Muro de los Lamentos. Ahí debió ponerse sobre la cabeza la tradicional kipá, típica gorra ceremonial judía. En medio del calor, varios diputados se lamentaban por no poder sacarse la corbata.
Acompañado de un guía local que le explicaba en español la historia del lugar, seguido por las cámaras y flanqueado permanentemente por el senador Guido Girardi (PPD), Piñera pasó a un recorrido subterráneo, donde pudo ver la primera piedra del templo de David. Ahí debió separarse en un par de oportunidades de Cecilia Morel, pues los hombres tenían en algunos tramos accesos y rutas diferentes a las de las mujeres.
El momento más emotivo fue cuando llegaron al templo del Santo Sepulcro. Ahí, Piñera se arrodilló y besó el lugar donde -de acuerdo a la tradición- fue ubicado el cuerpo de Jesús tras su crucifixión. Minutos después, entre las lágrimas de algunos asesores de gobierno y las miradas de decenas de personas que estaban en una fila esperando para pasar, el Presidente se inclinó ante un altar que marca el sitio de dicho sacrificio.
Tras el recorrido hubo espacio para comprar recuerdos. Regateando cada cosa, algunos parlamentarios compraron regalos para sus familias. "De US$ 30lo baje a uno", festejaba uno de los legisladores.