Señor director:
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el mundo una de cada cuatro personas desarrollará alguna vez una patología mental. De acuerdo a datos de un estudio de 2002, en Chile un 36% de la población mayor de 15 años ha tenido una enfermedad mental en su vida y al menos un 22% la ha padecido en los últimos seis meses. Al analizar las consecuencias directas, las condiciones neuropsiquiátricas representan el grupo de enfermedades que ocasiona más discapacidad en el país, siendo mayor incluso a la de patologías digestivas y cardiovasculares. En este contexto, resulta incomprensible que las isapres rechacen un 46% de las licencias por salud mental, según datos de la Superintendencia de Seguridad Social, cifra superior a otras patologías. Dicha situación se agrava con la concentración e integración vertical de los centros de atención psiquiátrica, hasta el punto en que hoy sólo una institución privada, propiedad de una isapre, domine el mercado de las hospitalizaciones psiquiátricas en la Región Metropolitana, a la vez que concentra los peritajes de licencias médicas, de los cuales depende la aprobación de licencias médicas por enfermedad mental.
Menos del 3% del presupuesto y gasto de salud corresponde a salud mental, lejos del 5% que pretendía alcanzar el Minsal para 2010. Comparativamente, esta cifra es extraordinariamente baja: en Australia es un 9,6%; en Reino Unido, un 10%, y en Nueva Zelandia, un 11%.
Como país debemos enfrentar urgentemente estos desafíos, en cuanto a inversión pública y regulación del ámbito privado.
Christian Arévalo Rodríguez
Médico psiquiatra y académico Facultad de Medicina UDP