Más de US$ 3.000 millones de inversión en 10 años y los mejores registros de cobertura en la región, resumen parte de los 12 años de historia del proceso de privatización de empresas sanitarias, iniciado en 1998 y que en 2011 podría tener un nuevo hito con la venta del porcentaje que tiene el Estado en cuatro de las principales firmas.
Aguas Andinas, Essbio, Esval y Essal concentran el 66,7% de los 4,3 millones de clientes del sector y facturan US$ 900 millones al año, con utilidades por US$ 350 millones, la mitad obtenida por la firma que opera en Santiago.
Juan Eduardo Saldivia fue protagonista central de todo el proceso de privatización, como superintendente de Servicios Sanitarios (Siss) entre 1996 y 2006. Defiende el modelo de privatización aplicado, pues dice que permitió atraer recursos privados, sin dejar fuera de la propiedad al Estado, con lo cual las firmas no pueden adoptar decisiones que afecten el interés público. Esto, sostiene, lo diferencia del proceso de privatizaciones de los 80.
Saldivia recuerda que el éxito del modelo se refleja en que hubo inversiones que elevaron la cobertura, principalmente, en el tratamiento de aguas servidas (de 16% en 1998, a 83% en 2008 y se espera llegue a 100% en 2012), pues tanto el agua potable como alcantarillado ya tenían altos índices en 1998. Estas inversiones han significado importantes alzas en tarifas.
Saldivia recalca que la industria tiene una deuda: las tarifas. "Las empresas han ganado eficiencia, pero las tarifas, si bien no subieron en los últimos procesos, tampoco han disminuido. Es una tarea pendiente", señala.
Sobre el anuncio del gobierno, el ex superintendente dice no ver inconvenientes, aunque advierte que se deben elevar los recursos de la Siss, ya que hasta ahora había dos fiscalizadores de las sanitarias: la superintendencia y el propio Estado como parte del directorio de las empresas.
El mercado apuesta
Como se preveía, en el mercado estiman que los principales oferentes serán inversionistas institucionales, como AFP y compañías de seguro y fondos de inversión extranjeros. Hoy, Essbío y Esval están controladas por el fondo canadiense Ontario. En Aguas Andinas y Essal está Agbar.
Las corredoras coinciden en que al tratarse de un negocio regulado y con dividendos relativamente altos, el eventual inversionista es de un perfil conservador y de mayor aversión a activos riesgosos.
Tomás González, analista de Celfin, explica que este tipo de firmas representa estabilidad y crecimiento esperado.
"Efectivamente, uno puede contemplar fondos menos riesgosos de las AFP, del C hasta el E, o compañías de seguros que podrían tener una posición más bien menor", añade Rubén Catalán, de BCI, opinión que comparte Sergio Zapata, de Banchile.