A RAÍZ de la pronunciada caída que ha experimentado el precio del precio del cobre, la ciudad de Antofagasta ha visto su economía fuertemente golpeada, tal como da cuenta una nota publicada por este medio.
Para enfrentar este escenario, distintas personalidades han hecho ver la necesidad de que el Estado intervenga para contener el desempleo en la región y desarrollar planes para reimpulsar la actividad productiva. Un senador de la zona, por ejemplo, gestionó una cumbre de ministros en la ciudad de Antofagasta para buscar revertir los errores que, a su juicio, han vuelto vulnerable a la industria del cobre, provocando una profunda crisis en el norte del país, por lo que sería responsabilidad del mismo Gobierno reflotar a estas ciudades, en especial a la capital de la Segunda Región.
La acción del Estado, en cuanto a planificar obras públicas y destinar presupuestos de la Nación a dichos fines, no debe ser confundida con planes de salvataje, los cuales solo se justificarían frente a una situación crítica o impostergable, que no parece ser el caso de Antofagasta.
No corresponde que el Estado privilegie una región respecto de otra de no haber razones plenamente justificadas, y cabe asumir que ciudades que dependen críticamente del ciclo de las materias primas, como es el caso de Antofagasta con el cobre, también tienen la responsabilidad de administrar correctamente los períodos de bonanza. Cuando el precio del metal estuvo alto y se cotizó más del doble de lo que está hoy, se tendió a privilegiar en la zona el consumo por sobre el ahorro. Es relevante que toda la institucionalidad que existe a nivel regional -Intendencia y consejos regionales- aborden estrategias para enfrentar los períodos de bajas, sin perjuicio de que el Estado a nivel central pueda contribuir a un mejor desarrollo con sus programas de obras públicas o con programas focalizados de empleo.
Problemas en Antofagasta
<br>