AMEDIA HORA de la mexicana ciudad de Mérida, en la esquina noroeste del estado de Yucatán, se ubica el puerto de Progreso, una ciudad pequeña y modesta en apariencia que de a poco ha recobrado la gloria de tiempos pasados gracias a la construcción de un moderno puerto a comienzos de los años 90.

Con más de seis kilómetros de largo, el Puerto de Altura, como se conoce la construcción, se adentra hacia el Golfo de México y permite que barcos de mayor calado puedan hacer uso de sus instalaciones, lo que ha generado nuevas oportunidades de negocio en la zona, desde comercio exterior hasta un aumento del turismo, gracias a los grandes cruceros que hoy llegan hasta aquí.

Cuando uno de estos navíos turísticos recala en el puerto, pronto sus ocupantes se vuelcan a recorrer las ciudades de Progreso, Mérida o Izamal, en tours que también incluyen visitas a sitios arqueológicos mayas como el famoso Chichén Itzá, Uxmal o Dzibilchaltún.

Una moderna carretera conecta los 36 kilómetros que separan a Progreso de Mérida, la capital del estado de Yucatán y elegida en 2012 como la ciudad más segura de todo México, algo que se puede confirmar en terreno cuando se recorren sus calles, bares, museos e iglesias, no importando la hora del día o la noche.

Si bien la actividad en el puerto no se detiene en todo el año, los meses más concurridos son julio y agosto, momento en que miles de turistas, extranjeros y locales, llegan a sus playas para un merecido descanso, caminar por su malecón o disfrutar de un exquisito plato en el mercado municipal, ubicado a menos de una cuadra de la playa.

La necesidad por modernizar y acercar a Mérida a la antigua aduana de Sisal, ubicada en el litoral noroeste de la península, provocó que en 1856 el pueblo de Progreso de Castro, apellido que debe a Juan Miguel Castro, político y su principal promotor, se convirtiera en la entrada y salida de los comerciantes yucatecas dedicados a la industria henequenera. El henequén o sisal es una planta autóctona de la región cuya fibra se utilizaba para la elaboración de complejos tejidos y que, durante el siglo XX, gozó de una amplia demanda mundial debido a que el amarre de muchos navíos dependía de esta fibra.

Progreso se convierte en ciudad recién en 1875 y, 110 años más tarde, en 1985, su muelle se extiende hasta alcanzar los 6,5 km de longitud actuales. Desde ese momento las tareas de ampliación portuaria no cesan, convirtiendo a la ciudad en parte fundamental del desarrollo de Yucatán y todo el sur de México.

La costanera que recorre Progreso, conocida como El Malecón, permite que los visitantes disfruten a un lado de las finas arenas blancas, típicas de los balnearios del Golfo de México, y al otro, de una serie de locales y restaurantes dedicados al turismo. Renovado en 2012, El Malecón cuenta con duchas públicas y lugares de descanso para el día, que al caer la noche dan paso a una zona iluminada que en los meses de mayor ajetreo hierve con distintas muestras de la cultura local, desde grupos de trova yucateca, gente bailando en las calles y jóvenes practicando una fusión entre breakdance y bailes latinos.

El clima es cálido y estable durante casi todo el año, con lluvias regulares durante el verano y una temperatura media que no supera los 26° C.

El buen clima, aguas tranquilas y fácil acceso permiten que muchos extranjeros que recorren México decidan quedarse por una temporada en el lugar, ya sea trabajando a cambio de hospedaje, o bien dedicados al comercio de artesanías. Incluso algunos hostales, como el Hostel Zócalo ubicado en un costado de la plaza principal de Mérida, cuentan con la libertad de que sus huéspedes combinen días en sus instalaciones en ambas ciudades por el mismo precio, potenciando el turismo y sus posibilidades de negocio.

Una vez instalados en la playa, es fácil ver que la ciudad de Progreso pasó por una época de apogeo que aún dista de alcanzar nuevamente. Grandes mansiones semiabandonadas, casas que sólo se usan en temporada alta y un sinfín de anuncios de "se vende" contrastan con la actividad sin cesar que se puede apreciar a la distancia en el muelle.

Una vez que se ha recorrido El Malecón, la playa y el muelle, no se puede dejar de visitar el Faro de Progreso, obra construida en 1892 y que alcanza los 40 metros de altura. Todavía activo, el lugar es uno de los emblemas de la ciudad. Para la Feria de San Telmo, que se celebra 15 días después de la Cuaresma, el municipio permite subir al faro, dando una oportunidad única para apreciar el Golfo de México desde sus alturas.

La otra gran festividad de la ciudad es el Día de la Marina, que se celebra cada 31 de mayo y cuenta con la participación de la Armada de México y su banda de guerra.

Ya sea que busque relajarse unos días, esté de paso a bordo de un crucero o en medio de un mochileo por México, es imposible no caer bajo la seducción de Progreso, sus playas blancas y mansiones de grandes balcones. A pesar de su nombre, los visitantes se sienten trasladados de un momento a otro al pasado poscolonial de la Península de Yucatán.