Las protestas chiitas contra la monarquía sunita en el pequeño reino de Bahrein tienen a la administración del Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, preocupada, principalmente por los intereses que su país tiene en el Golfo Pérsico. Washington, obligado a ser consecuente con su política de promoción de la democracia en Medio Oriente tras el caso egipcio, sólo se ha limitado a condenar la violencia y ha pedido "contención y reformas" al gobierno de Bahrein, su más fiel y estrecho aliado en la región.

"Estados Unidos condena el uso de violencia por parte de los gobiernos contra los manifestantes pacíficos en estos países y dondequiera que ocurra", dijo ayer Barack Obama mediante un comunicado.

Marcando una clara diferencia con el caso egipcio, desde el inicio de las manifestaciones contra el gobierno del rey de Bahrein, Hamad bin Isa Al Khalifa, la Casa Blanca esta vez no ha promovido el fin de la dinastía gobernante del país árabe. Aunque Bahrein no tiene el peso político de Egipto, hace 20 años es un pilar fundamental para Washington y de su estrategia de seguridad en el Golfo Pérsico. Una caída de la dinastía gobernante abriría un camino incierto en la zona, según explica el diario español El País, ante una eventual expansión de la influencia de Irán en la región.

El pequeño reino árabe alberga a la V Flota estadounidense que vigila el Golfo Pérsico y el Océano Indico. Las bases navales instaladas ahí han sido decisivas en las dos guerras contra Irak en 1991 y 2003. También, desde Bahrein, el Pentágono sigue la situación política de Irán, país que se sitúa frente a sus costas, según documentos del Departamento de Estado filtrados por Wikileaks. La presencia de EE.UU. en Bahrein sirve además para resguardar el tránsito del 33% del petróleo del mundo que pasa por el estrecho de Ormuz, ubicado entre Irán y Omán.

A diferencia de lo ocurrido en Egipto, donde se decidía entre un sistema democrático o una autocracia, Bahrein sufre las viejas divisiones entre la minoría sunita y la mayoría chiita, que constituyen el 60% de la población local. The New York Times asegura que las figuras políticas chiitas pretenderían instaurar una teocracia islámica como en Irán si es que la dinastía gobernante cae, situación que preocuparía a Washington.

Además, según analistas citados por la BBC, las protestas de la mayoría chiita podrían fortalecer aún más la presencia de Irán en la región, país que tendría los ojos puestos en el desarrollo de las manifestaciones ya que por largo tiempo ha tenido un interés estratégico por el pequeño país.

El rey de Bahrein y su familia además se han unido a las aspiraciones estadounidenses de enfrentar al terrorismo islámico y en atajar la influencia de Teherán en la región. Según el diario neoyorquino, el monarca árabe hasta habría urgido a militares estadounidenses a la necesidad de actuar militarmente contra Irán y así frenar su programa nuclear.

Estados Unidos, consciente de esta difícil situación, maneja la crisis en Bahrein con prudencia.

Por otra parte, el Ejército de Bahrein nuevamente reprimió ayer con disparos a cientos de manifestantes que trataban de llegar a la Plaza de la Perla en el centro de Manama, causando al menos la muerte de una persona y unos 25 heridos, según The New York Times. Los tres días de revueltas han dejado al menos siete fallecidos.