CUESTA PENSAR que en un país tan visitado como Italia -fue el quinto del mundo con más turistas en 2011- exista una región como Puglia, que se mantiene en el bajo perfil para los visitantes extranjeros.

Es que a la hora de buscar, los viajeros encontrarán populares balnearios, como Cinque Terre, la Costa Amalfitana o el Lago Como, entre los destinos obligados si de pasar un refrescante verano se trata. Sin embargo, los atractivos del sudeste italiano son más que suficientes como para gozar de unas vacaciones perfectas.

"Puglia para los italianos", debe haber dicho alguien. En la región -localizada en el "taco de la bota" que conforma el territorio- abundan los veraneantes locales, lo que, ciertamente, brinda los encantos propios de no encontrarse con desagradables hordas de turistas en medio de espectaculares escenarios.

El peso de la historia determina la belleza de los paisajes. En tiempos de los caballeros cruzados, la región -de evidente naturaleza portuaria- se convirtió en la última porción de tierra que los navegantes veían en sus travesías. Por ello, abundan las ruinas romanas, los santuarios y las ciudades medievales.

De cualquier modo, las características actuales de la región son una colección de bendiciones. La gastronomía es una de ellas, combinando pastas y pescados, las dos especialidades de Puglia. Nota aparte merece el vino: el 10% de todo el vino que se consume en Europa es producido aquí, por lo que encontrar uno que le sea satisfactorio será una misión sencilla.

Sin embargo, su gran tesoro son las costas. Las cualidades de las playas de Puglia son superlativas. Entre Foggia y Lecce, las últimas ciudades en los extremos norte y sur del territorio regional, respectivamente, 300 kilómetros de playas con aguas color turquesa bañan las costas de los mares Adriático y Jónico.

El trayecto puede ser recorrido en poco más de tres horas en tren y tiene variadas opciones intermedias donde dividir el viaje. La opción más conveniente es utilizar Bari como centro de operaciones (por ser el punto central de la región) y realizar viajes diarios a las diferentes ciudades, evitando cambiarse de hotel día tras día.

Como es habitual en toda la región, la capital de Puglia tiene un bonito casco antiguo. Aquí podrá visitar la Plaza y la Catedral de San Nicolás, dedicadas al patrono de Bari, y el Castillo Normanno-Svevo, símbolo de la ciudad. Recorra las calles a media tarde, para ver a las vecinas comentando los chismes de la semana. En la noche, puede cenar en alguno de los restaurantes de la Piazza Mercantile. Pruebe el orechiette, la pasta local que tiene una divertida forma de oreja.

Playa de ensueño

Vito es un italiano que ofreció ser nuestro guía turístico por un día en Puglia central. Fue él quien decidió pasar la mayor parte del día en Polignano a Mare, ciudad que por sí sola es una razón suficiente para conocer el sudeste italiano.

El recorrido por la pequeña ciudad -tiene 16 mil habitantes- comienza con una cerveza Peroni y un baño de mar en una diminuta playa. Pero esta es sólo una pausa. La gran atracción es la playa Lama Monachile, la principal de Polignano.

Antes de llegar, se pueden visitar los acantilados que la rodean, desde donde los más temerarios se lanzan en caída libre al mar. Una vez instalados, no queda más que relajarse y disfrutar de las vistas: el mar turquesa, las formaciones rocosas e, imponente en un costado, la ciudad antigua con sus muros, sus casas de piedra y sus persianas verdes.

Encuentre la Via Roma fuera de las murallas y busque el Bar Peppino. El lugar es un viejo negocio atendido por su dueño donde podrá disfrutar de un notable helado artesanal de dulce de papas.

Como Polignano, hay una veintena de ciudades con playas para descubrir. Entre las más destacadas aparecen Trani, Molfetta, Bisceglie y Giovinazzo, al norte de Bari, mientras que hacia el sur están Monopoli, Vieste y Otranto, esta última reconocida por ser el punto más oriental del territorio italiano.

Una de las mejores joyas del sudeste italiano es Ostuni. También conocida como la Citá Bianca (Ciudad Blanca), es una villa medieval construida sobre una colina ubicada a 10 km del mar. Las vistas aquí son impresionantes. Desde lo alto, se puede contemplar la campiña italiana con el mar de fondo. Sin darse cuenta, se habrá perdido por las calles de la ciudad vieja -que por sus muros parece una fortaleza- y llegará a la Catedral, al Palacio del Obispo o a algún jardín oculto.

En el extremo sur de Puglia, Lecce aparece como la gran alternativa cultural de la zona. Se le conoce como la "Florencia del Sur" y posee un gran valor arqueológico. A lo largo de todo su territorio, Puglia está llena de secretos que, por supuesto, vale la pena descubrir.