Se supone que quienes están en política lo hacen con el fin de que prevalezcan sus ideas, pues piensan que son las mejores. Eso exige venderlas y defenderlas. Cuando se gana el poder, es el momento para ponerlas en práctica. ¿Si no es ahí, dónde?

En las recientes propuestas y acciones del gobierno hay algunas cosas que son propias del ethos de la centroderecha, como los anuncios sobre delincuencia, que responden a las nociones de orden, ley y seguridad. Pero otras, incluso, lo contradicen.

Habrá Sernac financiero, pero con un condimento: sus funcionarios serán ministros de fe. En castellano, eso significa negar el derecho a defensa en contra del Estado, porque si lo que declaran sus agentes es plena prueba, recurrir ante los tribunales será inútil. Desconcertante, cuando los parlamentarios de la Alianza siempre se opusieron a eso en los proyectos de los gobiernos de la Concertación, logrando introducir en las leyes que aprobaron un estándar muy distinto: el juez, en la sentencia y luego de los descargos del afectado, puede atribuirles a las constataciones de los funcionarios el carácter de plena prueba, si se ha formado convicción, y tener por acreditada una infracción. La diferencia se llama debido proceso, en el cual no se otorga primacía al Estado sobre el individuo, lo que formaba parte -hasta ahora- del credo de la centroderecha.

Circula una minuta del Sernam que dice unas cuantas sensateces, pues llama a los adolescentes a comprender que la vida sexual debe postergarse hasta el matrimonio, en atención al embarazo no deseado, a las enfermedades de transmisión sexual, el sida y el aborto. La vocera de inmediato precisa que no representa la opinión del gobierno, aunque el Presidente suele hablar de la familia, valor eje de su sector político.

A propósito, ¿cuándo empezaremos a saber qué opina el gobierno en las distintas materias? Porque dedicarse a puro negar las cosas que salen no es la mejor manera de comunicar lo que se quiere hacer.

Por su parte, políticos de la Concertación claman que el documento impone una determinada visión, lo que es inaceptable. ¿Cuando ellos repartían condones pagados con las platas de todos los chilenos y presionaban a los canales de televisión independientes para que exhibieran los spots oficiales, qué era eso?
Pero no sólo en el gobierno hay botones de muestra. El senador Longueira se reúne con el diputado PS Andrade y firma un documento sobre la pobreza que dice que no basta con dar empleo, sino que se requiere uno en el cual el sindicato es la herramienta fundamental.

La sindicación es un derecho del trabajador y las buenas relaciones laborales claves para la empresa moderna y competitiva, pero poner al sindicato como eje para superar la pobreza no parece la receta técnicamente más fundada. Y, además, sin exigir a cambio que el documento diga nada sobre leyes laborales que son injustas con quien está cesante o la necesidad de garantizar en los hechos la libertad de sindicación, pues la CUT no es sinónimo del mundo laboral.

¿Hacia dónde va la centroderecha? Pareciera que no cree en ella misma y se avergüenza de sus propias ideas; mientras, la izquierda obtiene avances que ni en sus propios gobiernos pudo lograr.