DOS de los 13 hijos de Manuel Cruzat Infante tomaron el mando de la crisis. Manuel y José Luis Cruzat Valdés se han reunido con acreedores y han liderado las conversaciones con el grupo Hurtado Vicuña para la venta de Curauma, su principal activo, una operación que, esperan, les permita salir de la asfixia financiera.

En las últimas semanas, los hermanos Cruzat Valdés han transmitido un único mensaje: venderán todos los activos del grupo e intentarán pagar todas sus deudas. Los hijos de Cruzat han dicho a sus interlocutores que, más que preservar el patrimonio del grupo, pretenden evitar que esta crisis, la tercera en sus cuatro décadas de existencia, dañe el nombre de la familia.

Cruzat controla hoy básicamente dos empresas: Curauma, que tiene más de 3.000 hectáreas para futuros desarrollos inmobiliarios en la V Región, y Capitales, de la que se desprenden CB Corredores de Bolsa y portales de internet como miscuentas.com. También tiene una porción minoritaria de El Bosque, que tiene 1.200 hectáreas en Lo Aguirre, Pudahuel,  controlada desde 2002 por el grupo Hurtado. Ya antes, a inicios de los 80, Manuel Cruzat lideró el mayor grupo económico local, mermado tras la crisis de 1982-83 (ver recuadro). A mediados de los 90, el grupo atravesó una segunda crisis de liquidez que lo forzó a vender parte importante de sus activos.

Esta nueva crisis es distinta, creen en el ambiente empresarial y en el propio grupo. Patrimonialmente, Cruzat perderá su último activo valioso, Curauma; mientras los negocios bursátiles y en internet de Capitales podrían depreciarse casi hasta desaparecer. Miscuentas.com ya dejó de funcionar y la corredora fue suspendida por siete meses. “Difícilmente volverá a operar”, cree un cercano al conglomerado que dice que la firma perdió clientes y que su marca se dañó.

A todo ello se suma el daño reputacional de acusaciones de acreedores como CMR Falabella e Inmobiliaria Manquehue y las sanciones cursadas por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).

Cómo pagar deudas

El grupo de Juan Hurtado Vicuña ha hecho varios negocios con Cruzat. Compró en 1996 Cruz Blanca Previsión y Seguros y Lo Aguirre en 2004. Desde comienzos de año, negocia por Curauma.

Pese a la cercanía histórica de Hurtado con Cruzat, las negociaciones no han sido fáciles y varias fuentes dicen que el punto de tensión está en el precio. Manuel Cruzat cree que el activo vale más de lo que Hurtado estaba dispuesto a pagar y buscó un mayor valor. Tras las diferencias, las conversaciones fueron asumidas por sus hijos. Manuel hijo, tras años alejado del grupo, volvió para intentar contribuir a remediar la crisis.

Este lunes se logró un acuerdo marco. Hurtado asumirá el control de Curauma y tendrá al menos un 58% de la sociedad futura a través de dos vías: comprará 1.730 millones de acciones, equivalentes al 50,1% de Curauma, y luego suscribirá un aumento de capital que dará caja a la empresa y elevará su participación. Las sociedades de Cruzat se diluirán y probablemente dejarán la compañía, según acreedores y cercanos al grupo.

Cruzat será aliviado por dos vías: el nuevo dueño asumirá las deudas de Curauma, que suman varios millones de dólares con Tesorería, bancos y Euroamérica, a la que deben cancelar US$ 30 millones en agosto para recuperar la propiedad de las hectáreas, entregadas en leasing hace una década. Y Hurtado podrá reprogramarlas.

La segunda vía será recibir liquidez para pagar deudas de sus otras sociedades. Las filiales de Capitales S.A. deben al menos US$ 40 millones a Falabella y US$ 5 millones a Manquehue. Al precio fijado con Hurtado, de $ 8,9 por acción, la primera venta de acciones está valorizada en US$ 30 millones.

El trato aún no está completamente finiquitado, porque, dice un cercano al grupo, Cruzat y sus hijos quieren conseguir lo más posible y buscan una especie de ajuste de precio futuro o una opción para recuperar parte de Curauma si ésta finalmente mejora su valorización en manos de su nuevo dueño. “Curauma tiene un precio con Cruzat y otro con Hurtado”, argumenta un ejecutivo del grupo CB. “No se sabe todavía el diseño de la operación final”, agrega.

Los hijos de Cruzat han dicho a sus acreedores, revela uno de ellos, que las deudas totales ascienden a US$ 250 millones y que Curauma alcanza razonablemente para pagar. “Parte importante del pasivo está en Curauma”, sostiene un acreedor. “Pero lo que está afuera no se sabe cuánto es”, añade.

Por ello, los acreedores no saben con certeza si Cruzat pagará todo o parte de lo que debe. En las conversaciones, confirman varias fuentes, la familia Cruzat ha intentado conseguir una condonación de parte de las obligaciones.

La caída

En el origen de su última crisis está un problema endémico de Cruzat. “Tiene buenas ideas, pero muy mal financiadas”, según un ejecutivo financiero que tiene negocios con él. “Le falta gestión y liquidez”, agrega un asesor que sitúa los problemas del empresario en un tiempo más antiguo: “La causa de todo es el alto costo financiero que debió asumir por no tener acceso al mercado formal de financiamiento”, interpreta.

La actual crisis comenzó oficialmente cuando la SVS suspendió las transacciones de Capitales y Curauma, el 2 de abril. Ocho días después, suspendió a la corredora CB por siete meses por incumplir los índices de solvencia y liquidez y acusó a su gerente de entregar información falsa.

Entre ambas fechas, Inmobiliaria Manquehue acusa que un ex ejecutivo transfirió sin autorización a CB más de $ 700 millones. El grupo adeuda a la compañía de la familia Rabat más de $ 2.400 millones por inversiones que mantuvo con la corredora. Por esa cifra, Manquehue recibió 10 cheques que han sido en su mayoría protestados. Manquehue se querelló  esta semana contra Antonio Espinoza, un histórico del grupo, por infringir la Ley de Bancos y de Valores.

La SVS había levantado cargos en octubre de 2011 contra la corredora CB por incumplir índices de patrimonio y solvencia en 2010. Dos meses antes, en agosto, el grupo Cruzat pidió a la Superintendencia de Pensiones autorización para crear una AFP. “Aquello puso al grupo en la palestra comunicacional nuevamente”, admite un cercano a Cruzat. La autoridad denegó el permiso este año.

La justicia penal

El golpe más significativo lo dio Falabella el 20 de abril: su filial Promotora CMR acusó a miscuentas.com de apropiación indebida de US$ 40 millones. Falabella también se querelló contra quienes resulten responsables. Miscuentas.com recaudaba dinero de clientes de Falabella por internet y, por contrato, debía entregar los dineros a CMR 24 ó 48 horas después. Falabella acusa que al menos desde octubre de 2011 su gerente de finanzas, Francisco Javier Infante, detectó que el grupo Cruzat no estaba entregando esos dineros, pero que sólo lo comunicó a sus superiores recién en abril de este año, cuando saltaron a la luz las dificultades de CB. Falabella removió a Infante. “El destino de estos fondos hacia las matrices es cuestión que obviamente se puede deducir de la precaria situación financiera que hoy exhibe CB Capitales”, dice la querella de Falabella.

La compañía divulgó en su acción legal que el 13 de abril el propio Manuel Cruzat Infante se reunió con el gerente general de Falabella, Juan Benavides, y otros ejecutivos, y reconoció la retención de los dineros. Los abogados de Cruzat negaron que haya admitido un ilícito. Cruzat encomendó a Julio Bustamante la búsqueda de un arreglo con la empresa de retail. Ex ejecutivo de Cruzat en los 80 y ex superintendente de AFP, Bustamante intenta con sus interlocutores un acuerdo extrajudicial comercial para reprogramar las deudas, incluso ofreciendo garantías, dice un negociador.

El abogado Nelson Contador activó otro camino paralelo: presentó tres convenios judiciales para proponer a sus acreedores pagar en ocho meses la mayor parte de sus deudas. Para ello, requieren vender Curauma. La apuesta del grupo es lograr acuerdos que lleven implícito el retiro de las querellas. “Esto se solucionará”, afirma un ejecutivo ligado al grupo.

Las acusaciones contra el grupo Cruzat son comentario hoy en el mundo empresarial. “Todo el mundo está perplejo”, dice un reputado abogado de la plaza. Y la imagen dañada será difícil de reconstruir, opinan.

Manuel Cruzat Infante ha seguido todo el proceso desde el piso 13 del edificio que construyó a inicios de los 90 y que fue símbolo de su resurgimiento. A sus 72 años, sus hijos creen que es tiempo del retiro. “Manuel jamás se va a ir a su casa”, retruca un asesor. Otro ejecutivo cercano cree que el empresario seguirá desarrollando negocios. A una mucho menor escala, ya no como un grupo económico, con presencia en varios sectores, como el que lideró en los 80, cuando era el mayor conglomerado del país.

Un grupo que llegó a representar el 5% del PIB de Chile

Manuel Cruzat Infante es uno de los empresarios emblemáticos de los 70 y principios de los 80. Junto a Fernando Larraín Peña formó el grupo Cruzat Larraín, el principal conglomerado local de la época, con inversiones financieras, pesqueras, forestales, mineras y en consumo que llegó a representar el 5% del PIB nacional. El grupo tenía más de 100 compañías, entre las que se encontraban Consorcio Nacional de Seguros, Banco de Santiago, Cruz Blanca, Provida, Ladeco, Watt’s, CCU, Santa Carolina, Celulosa Arauco y Copec. Hoy, estas empresas valen millones de dólares, pero ninguna está en sus manos.  “El crea, se anticipa al futuro, ve cosas que otros no ven, pero no logra retener sus empresas”, afirma Juan Braun Llona, ex ejecutivo del grupo. ¿Por qué? “Porque se produce un cortocircuito entre lo que son sus ideas y la posterior administración de las mismas”, agrega Braun.

De crisis, Cruzat sabe. Ha tenido varias en el cuerpo. La primera la vivió cuando el grupo fue intervenido por el régimen militar. Los socios lograron mantener en sus manos sólo un 8% de sus activos. El fin del dólar fijo, la crisis económica del país y los pasivos del conglomerado gatillaron la caída. Entre 1980 y 1981, la deuda del grupo en moneda extranjera creció 280% y en moneda chilena, un 57%.

En 1992, los socios separaron caminos. Cruzat, entonces, reapareció con el holding Cruz Blanca. Y nuevamente Cruzat comenzó su crecimiento, llegando a participar en más de 40 empresas y extendiéndose en la mayor parte de los rubros: inmobiliario, industrial, minería, capitales, transporte e infraestructura, previsión y seguros.

Sin embargo, a mediados de la década los problemas de liquidez volvieron. Cruzat debió deshacerse de varios activos, entre ellos el emblemático edificio corporativo de Apoquindo. Juan Hurtado le compró en US$ 60 millones el grupo Cruz Blanca Previsión y Seguros. Unos años después lo vendió en más de US$ 200 millones.

Desde esa fecha y hasta ahora, Cruzat perdió el control de activos importantes. En 2002, Minera Cascada y Minera Pudahuel entraron  en un convenio preventivo. Tiempo después vendió el ferrocarril de carga Fepasa a Sigdo Koppers, y por esa misma época selló un pacto con el grupo Hurtado Vicuña para  tomar el control del proyecto inmobiliario Lo Aguirre, en Pudahuel.

Casi 30 años después de haber creado Provida , Cruzat quiso volver al negocio de las pensiones.

Buscó socios y nació el proyecto Sur AFP, que comenzó a gestarse en diciembre de 2010. Pero ni siquiera tuvo la posibilidad de competir. Tras varias consultas de la Superintendencia de Pensiones, el fiscalizador decidió denegarles la entrega de un certificado previsional por falta de información.