Tras el repentino cierre de Megaupload, servicio creado para compartir archivos en internet y cuyos creadores fueron detenidos hace unos días por agentes del FBI, el caos en la web fue total. Mientras miles de usuarios intentaban buscar alguna alternativa legal -o, incluso, ilegal- para albergar y conseguir documentos de gran tamaño, a su alrededor las opciones se desmoronaban por el pánico ante posibles futuras acciones del Departamento de Justicia de EE.UU.

El impacto del arresto en Nueva Zelandia de Kim Schmitz, conocido como "Kim Dotcom" y fundador de Megaupload -servicio que llegó a sumar 180 millones de usuarios y a concentrar el 4% del tráfico global de internet-, fue inmediato. Después de todo, el empresario hoy lucha por evitar ser extraditado a EE.UU. y así no tener que enfrentar una posible condena a 55 años de cárcel por la distribución ilegal de películas, música y otros contenidos protegidos por el derecho de autor. Según las autoridades, estas acciones generaron pérdidas por más de US$ 500 millones a la industria del entretenimiento.

Mientras portales del tipo Cinetux.org dejaron de funcionar como plataformas en que se ofrecían enlaces para descargar películas, sitios como Filesonic -que opera de forma similar a Megaupload, al generar links para bajar contenido- cambiaron radicalmente sus políticas, para restringir al máximo la posibilidad de compartir un documento. Ante este panorama, la pregunta natural que surgió es "¿Cuál será el nuevo gran enemigo en la lucha contra la piratería?". Para muchos, el candidato es un sitio fundado hace seis años en Suiza: RapidShare.

En su momento, el ahora clausurado sitio de Schmitz llegó a ser el treceavo más popular de la web, con más de 50 millones de visitantes diarios. Su relevo natural no se queda atrás: en 2008 ocupó el lugar número 16 de la lista de sitios más vistos. Tal como Megaupload, permite a los usuarios subir archivos de gran tamaño y generar un link de descarga que puede ser compartido; si se paga por una cuenta Premium de 100 euros se tiene un uso ilimitado por tres años.

Creado por un joven llamado Christian Schmid, quien literalmente diseñó la plataforma en el living de su casa de Freiburg (Alemania), RapidShare ha sostenido varios rounds con los tribunales. Uno de los más notorios se produjo en 2009, cuando se vio forzado a entregar los detalles personales de usuarios que subían al sitio material ilegal, luego de que el disco Death Magnetic, de Metallica, se filtrara un día antes de su lanzamiento oficial. La acción llevó a la realización de varios allanamientos en las casas de los usuarios identificados.

Hoy, RapidShare es uno de los mayores servicios de alojamiento de archivos del mundo: sus más de 1.000 servidores guardan más de 10 petabytes de información (un petabyte equivale a la información contenida en 500 mil millones de páginas impresas) y se reparten en toda Europa. Megaupload tenía sus servidores en Virginia y Washington DC, lo que explica en parte por qué los encargados de RapidShare parecen no temer a la justicia de EE.UU.

"No estamos asustados por la acción del FBI. El alojamiento de archivos es un negocio legítimo", indicó Daniel Raimer, vocero de RapidShare, a Arstechnica.com. Incluso, dijo que servicios como SkyDrive de Microsoft y otras plataformas de almacenamiento "en la nube" "realizan desde un punto de vista técnico lo mismo que nosotros".

Una posición que fue reafirmada por la presidenta de la compañía, Alexandra Zwingli, a Netzwoche.ch: "Una de las principales diferencias entre RapidShare y Megaupload es que nunca hemos querido evadir el acceso de las autoridades al sitio. La empresa fue fundada en Suiza, siempre ha estado ubicada en su dirección original y bajo su nombre real, sin ninguna empresa intermediaria involucrada. Las drásticas medidas tomadas contra Megaupload aparentemente fueron necesarias porque la situación fue totalmente distinta".

Cara a cara

¿Cuáles son esas diferencias? Según Zwingli, RapidShare no tiene un sistema de recompensa para los archivos más descargados como el de Megaupload. En esta modalidad, los usuarios del extinto sitio ganaban dinero si promovían sus archivos en la web y lograban que fueran bajados muchas veces. Según Raimer, la acción del FBI no surgió por el alojamiento de archivos de Megaupload, sino por las acciones criminales de sus creadores: "Apoyaban financieramente a los piratas y que ellos mismos infringían la protección de contenidos".

Más allá de la exposición que alcanzó Megaupload -incluyendo un video publicitario con estrellas musicales como Alicia Keys-, las excentricidades de Schmitz y sus socios fueron demasiadas como para pasar inadvertidas. Además de ser la décima persona más rica de Nueva Zelandia, al ser detenido, Schmitz tenía una mansión de US$ 30 millones y una cochera con 27 autos de lujo (ver recuadro).

En comparación, Christian Schmid rara vez sale en la prensa y vive con su novia en una casa normal, en Suiza. A pesar de la declaración de buenas intenciones, el historial de RapidShare no está limpio: a comienzos de 2010, y ante la presión de entidades protectoras de derechos de autor, implementó un sistema que convertía en compradores a los usuarios que usaban su servicio. Cuando un usuario intentaba descargar películas o música que el sistema detectaba como sujetos a derechos protegidos, era redirigido a una tienda online, donde podían adquirir el material de forma directa.

Pero los problemas no se detuvieron: en 2010, el sitio fue multado por una corte alemana con 15.000 euros por alojar libros protegidos con derechos de autor. Además, una iniciativa antipiratería impulsada por el Congreso de EE.UU. estableció que el sitio era "usado de forma abrumadora para el intercambio ilegal de películas, música y otros materiales protegidos". Sin embargo, poco después, otro tribunal germano en Dusseldorf lo absolvió de los cargos presentados por la empresa de videojuegos Atari.

Para tomar esta decisión, el tribunal consideró como antecedente el hecho de que el sitio se muestra dispuesto a remover el contenido ilegal cuando se requiere y que no ofrece listas con los contenidos subidos, ni tampoco permite buscar archivos ilegales directamente en la página. También dictaminó que RapidShare no podía ser responsable por las infracciones a la ley de derechos de autor que cometían sus usuarios.

Actualmente, RapidShare tiene un agente que coordina la eliminación de archivos que exige el acta Digital Millennium Copyright, ley de derechos de autor de EE.UU. que rige desde 1998, y que castiga la diseminación de servicios y tecnología diseñados para vulnerar los derechos de autor. Frank Kenney, vicepresidente de estrategias globales de Ipswitch File Transfer -empresa que ofrece un servicio de transferencia de archivos para usuarios corporativos- y ex analista de la consultora Gartner, explicó a Arstechnica.com que el caso sí tendrá impacto en el futuro de compañías como RapidShare y de cualquier otra que ofrezca almacenaje en línea, también llamado "en la nube".

"La pregunta será '¿Cuán responsables son estas compañías porque no se fijan en lo que sus clientes suben o descargan?'", señaló. Según el experto, el impacto de Megaupload podría ser aun mayor, porque sitios como DropBox -que se enfocan más en permitir al usuario almacenar sus propios archivos en la "nube" para tener acceso a ellos desde distintos aparatos- también podrían verse forzados a lidiar con el contenido que alojan.

En declaraciones a BBC, Michael Moore -de la firma legal Marks & Clerk- señaló que, tras lo ocurrido con Megaupload, todo parece indicar que las demandas contra la piratería tenderán a atacar a los que propician la misma: "En el futuro veremos acciones legales de alta notoriedad pública contra estos facilitadores, junto con una batalla de relaciones públicas destinada a mostrarle a la gente que compartir archivos es malo".