No fue en absoluto una desconocida. Ana Cortés logró figurar en una escena dominada por hombres, colgar sus cuadros en importantes salones, dictar cátedra en universidades y, en 1974, quedarse con el prestigioso Premio Nacional de Artes Plásticas. Sin embargo, por alguna razón los años borraron la huella de su obra y su nombre se fue diluyendo.

"No fue la única olvidada de su generación. En eso la historia del arte en Chile está al debe. Sucedió lo mismo con Inés Puyol, María Tupper y Henriette Petit. Por eso este rescate es tan necesario", dice la periodista Bernadita Romero, quien junto a las historiadoras María Jesús Arriagada y Alejandra Pfeffer acaban de lanzar el sitio www.anacortes.cl.

La investigación incluye documentos y archivos de prensa, fotografías y un catálogo con imágenes de 220 cuadros, la mayoría pertenecientes a la familia de la artista y de otras pinturas que están dentro de las colecciones de instituciones como el MAC, el Museo de Bellas Artes y la Corporación Cultural Las Condes. También están los testimonios de familiares y ex alumnos, así como del crítico Ricardo Bindis y el coleccionista Eugenio Mandiola.

"Con este levantamiento de datos pudimos rellenar muchos vacíos de su vida", cuenta Romero. "Descubrimos, por ejemplo, que no perteneció a la llamada generación del 28, de los artistas becados por el Estado chileno para ir a Europa. Ella viajó mucho antes. Su madre era de origen francés y le transmitió el gusto por el arte y la lectura. Cuando adolescente, además, la envío por tres años a vivir con unos padrinos a París".

Ana Cortés fue una adelantada. Entró a la Escuela de Bellas Artes de Santiago en 1919 y fue una de las alumnas aventajadas de Juan Francisco González. Allí cultivo la mancha con un estilo tradicional, pintando paisajes, retratos y naturalezas muertas. Fue con su regreso a Europa, en 1926, y su ingreso al taller del francés André Lohte, que la artista se empapa del cubismo, el futurismo y la abstracción. "No sabemos cuándo pintó sus primeros cuadros abstractos, porque no fechaba sus obras, pero sí que deambulaba por todos los estilos. Le gustaba volver a probar técnicas", explica Romero.

Mujeres olvidadas

Dentro de sus logros académicos está el haber dirigido durante 30 años la cátedra de Afiche y Cartelismo en la Escuela de Artes Aplicadas, que también ayudó a formar. Claro que de ese trabajo no hay muchos antecedentes, ya que al parecer habría sido más una educadora que una productora. "Aunque no era experta, sabía mucho de deconstrucción de la imagen. Su enfoque iba hacia la publicidad más que hacia lo político. Tampoco era panfletaria en los temas feministas. Su postura se refleja en su propia vida. El hecho de que nunca se casara y se dedicara a la pintura fue una decisión muy rupturista", señala la investigadora.

Cortés fue la primera mujer en integrar el comité académico de la Facultad de Artes de la U. de Chile. En 1959 se jubiló y volvió a la pintura. Produjo unos 800 cuadros, pero sólo se tienen conocimientos de 220.

Para enero de 2015, el conteo podría cambiar cuando se organice la primera retrospectiva de su obra, que este mismo equipo curatorial planea desplegar en el Bellas Artes. Además, seguirán investigando sobre la vida y obra de otras artistas olvidadas, contemporáneas de Cortés, que no tuvieron la suerte de creadoras como Lily Garafulic o Marta Colvin, quienes sí lograron trascender.