En octubre de 1969, la Unión Soviética y China podrían haber desatado la "Tercera Guerra Mundial". Sin embargo, la actuación del entonces Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon (1969-1974), evitó el enfrentamiento, que tuvo su origen en un problema fronterizo.
Así lo asegura el historiador chino Liu Chenshan, quien publicó en la revista Wenshi Cankao -ligada a los medios de información oficiales del régimen chino- que el ex mandatario norteamericano advirtió a Moscú que debería enfrentar fuertes represalias por parte de Washington si es que atacaba a China. Entonces, la URSS mantenía una fuerte disputa territorial con Beijing (ver recuadro).
De acuerdo con los antecedentes revelados, en plena Guerra Fría, Moscú informó a Washington de su plan de atacar nuclearmente a China y le exigió a EE.UU. mantenerse neutral durante el conflicto.
Sin embargo, el 15 de octubre de 1969, durante una reunión entre el entonces asesor norteamericano en temas de seguridad, Henry Kissinger, y el embajador soviético en Washington, Anatoli Dobrynin, la Casa Blanca amenazó con atacar a 130 ciudades soviéticas si Moscú concretaba sus planes militares en China. En esa época, EE.UU. estaba intentando acercarse a las autoridades chinas, por lo que un conflicto militar entre estas dos potencias habría perjudicado los intereses de Nixon en la región.
Además, según Liu, el entonces mandatario norteamericano creía que una China fuerte podría ayudar a contrarrestar el poder de la URSS, por lo que quería asegurar una buena relación entre Washington y Beijing.
De hecho, su anhelo quedó reflejado en 1972, cuando Nixon se convirtió en el primer mandatario de EE.UU. en visitar China, hecho que significó un avance en el restablecimiento de las relaciones entre ambas naciones.
Liu agrega en su artículo -donde reproduce supuestos diálogos entre dirigentes soviéticos- que en los días posteriores a la cita de 1969, el primer ministro soviético, Alexey Kossygin, comunicó al jefe de Estado y máximo líder de la URSS, Leonid Brezhnev, que "Estados Unidos dejó claro que los intereses de China y los suyos están estrechamente relacionados y que disponen de planes para atacarnos con armas nucleares".
A su vez, el embajador Dobrynin -fallecido en los 90- también informó a Brezhnev que tenía certeza, que "Washington no se quedará sin hacer nada y que el ataque a China puede desencadenar la tercera guerra mundial". El historiador chino asegura que la advertencia de la Casa Blanca obligó tanto a China como a la URSS a buscar una salida negociada que se logró tras varios encuentros entre el primer ministro Kossygin y su par chino, Zhou Enlai.