Su particular humor irrumpe hasta en las conversaciones más triviales. Le aviso que su polera tiene colgando la etiqueta y responde que sí, que obvio, "es que es nueva". Pero pese que a ratos cuesta determinar cuándo deja de hablar en broma, Rodrigo Salinas (40) se pone serio en todo lo referente a su carrera como dibujante, artista y editor, destacada pero mucho menos conocida que lo que ha hecho en la TV, la comedia, el cine y, ahora último, la música.
"Mira. Aquí está todo", dice mostrando el libro La tormenta perfecta, compendio de su obra. Lo dice en una pausa de una reunión de pauta de El Bellas Art, un diario que hace junto a dos amigas, que reparte a los vecinos del sector del Parque Forestal y cuya última portada dice "No a la guerra". La oficina la usa también para preparar una exposición de La Nueva Gráfica Chilena, colectivo artístico con el que se ha propuesto ir a la próxima feria de arte contemporáneo Documenta, en Kassel, Alemania. "De todos mis proyectos, ese el que realmente quiero", cuenta.
Pero la idea es conversar más sobre Chopico, su nueva faceta musical, que ya se hizo muy popular en las redes sociales gracias a la canción "No vuelvas", donde le reprocha a su ex mujer reaparecer justo ahora que está con otra y en la que le cuenta, sin filtro, los placeres que le ha traído. "Ahhhh, ya. Cambiamos de registro entonces", dice algo resignado pero de excelente ánimo, porque podrá ser muy disperso, pero jamás complicado. Aunque Chopico es claramente él mismo, a ratos se refiere a él como un personaje. Lo define como: "Un artista que sufre una desilusión amorosa y a partir de eso construye una carrera musical".
Aclara que lo de la música no es tan nuevo. Que participó en algunos temas de 31 minutos. Y muestra un disco de 1999 llamado 9 años de música experimental en Chile. "Como lo edité yo, aproveché de ponerme. Aparezco como Elvis Fredy Salinas Project", dice.
Pero el año pasado recién aprendiste un par de acordes.
Sí, me compré una guitarra y caché que lo más fácil era usar el Re e ir moviendo los dedos. E inventé el sonido Chopico, que es sonar más o menos. Reguleque. A la virulí. La otra vez se me cortó una cuerda y seguí grabando igual. El disco ya lo grabé, está listo. Mi ansiedad no permitió que lo pensara mucho. Se llama Chopico Grandes Éxitos Volumen 1.
Tu canción "No vuelvas" ya es un hit.
Lamentablemente se hizo famosa la más ordinaria. Me llamó Álvaro Díaz para felicitarme: "Guatón, hiciste un himno". Y es verdad, porque a cualquiera en una situación similar le pasaría lo mismo.
Y qué te pasa con que tu ex sepa que es un hit.
Cuando uno hace una canción para una mujer, quiere que la escuche y ojalá le guste. El arte finalmente está hecho para la amada. Lo peor es que te ignoren. Es como que Pablo Neruda dijera, oye, escribí los 20 poemas de amor y nadie se diera por aludida. Ahora que lo pienso, mi disco debería llamarse 10 canciones de amor y una canción ordinaria. En la gira de la Teletón la cantaba sin la parte ordinaria y la gente gritaba "¡Sin cen-sura, sin cen-sura, sin cen-sura!". Me da lata que esa canción opaque al resto. (…) Yo sigo teniendo pretensiones artísticas. Estudié arte en la Universidad de Chile y de verdad tengo una pulsión artística que me hace decir: oye, quiero hacer canciones. Mi mejor ejemplo es Florcita Motuda. Un tipo que logró hacer humor, pero que musicalmente es intachable.
Tu música tiene un aire a Silvio Rodríguez.
Bueno, una vez leí que Silvio era dibujante. Y en el servicio militar empezó a tocar la guitarra. ¡Y como no sabía, logró esas notas y ese sonido! Yo siempre digo: Paul McCartney y de ahí Silvio Rodríguez.
¿Te parece que a la música chilena le falta algo de humor?
No sé. Recién estoy cachando la escena. Ahora recién en la gira de la Teletón como que me hice amigos músicos. Estuve con María Colores...
La de la canción "Llamadas perdidas".
Sí, de hecho, mira, ahora tengo una llamada perdida de ella. (Risas). No, pero es la raja que te acepten. Los músicos igual son supercelosos de su lugar. Y al final terminé tocando con todos: con Tomo como rey, con Santa Feria, con Consuelo Schuster.
Hablemos de tu rol en la TV. Estás participando en Perros de la calle, de CHV, que es de actualidad, satírico, justo en un año donde en Chile están pasando muchas cosas...
Me siento orgulloso de lo que hice en Chile Misterioso, que tiene las dos cosas que más me gustan, viajar y comer-dice hablando de otro programa, no se sabe si de distraído o a propósito.
"Me encanta Chile, encuentro que no hay mejor país. Para donde vayas tienes paisajes distintos y productos que no hay en otras partes. Hace poco estuve en Argentina probándome como Chopico y comí exquisito pero eché de menos los piures, los erizos, los sánguches".
La gente sabe que eres muy bacheletista. ¿Qué te parece que tenga baja aprobación?
La defiendo. Y eso tiene que ver con cómo me formaron. Fui scout, milito en el PC, soy disciplinado. No te puedes desmarcar de lo que defendiste en un momento. En Perros de la calle hay cosas que aparecen en el guión y no las comparto, como hacer mofa de Bachelet. En eso no participo, porque Bachelet es mi presidenta, cómo me voy a reír de mi presidenta. Pero entiendo que otros sí lo hagan. Lo respeto y están en su derecho.
Hablas de la parodia que salió en el segundo capítulo.
Claro. Ahí yo pedí no ser Dávalos, en el fondo. Que sea otro guatón. Cómo no se iban a conseguir a otro.
¿Te indignó lo de Dávalos como bacheletista?
Por supuesto. Hay que trabajar por el bien común y no por ambiciones personales. Esas cosas me decepcionan. Como también me decepcionan cosas de la Iglesia. Pero no por eso voy a dejar de ser católico.
¿Practicante? ¿Vas a misa?
Sí, pero mi cariño y mis afectos están con los jesuitas. Esa es la Iglesia que me interesa apoyar. No quiero la Iglesia que ampara a criminales. Me gusta la que ayuda al que sufre, no la que hace sufrir.
¿Qué tan seguido vas a misa?
No me pongas en apuros. Pero mira, mi relación con Dios es muy cercana.
Saliste del San Ignacio y se nota.
Sí, soy superignaciano. Estuve de kínder a cuarto medio [en el de Alonso Ovalle]. Evidentemente me formaron el carácter.
Los ignacianos son un poco zorrones, ¿no? En su aproximación a las mujeres, por ejemplo.
Imagino que tiene que ver con estar encerrado entre hombres. Aparecía una mina y todos nos pegábamos a la ventana. Era una época pre-internet. Me acuerdo que la primera mujer que vi pilucha fue en la universidad: una modelo para dibujar.
Tienen también un humor levemente Kike Morandé. El otro día le pedías "una vueltita" a una mujer en un programa.
No, yo ahí quiero excluir a los ignacianos de esa manera de ser. Eso a mí me viene de los Marambio [su segundo apellido], de lo italiano. De las películas de Adriano Celentano. Lo pícaro. Y también porque cuando chico veía a los argentinos, al guatón Porcel, lo revisteril.
¿Cómo fue tu paso por el colegio?
Aprendí todo. Recuerdo que siempre nos decían "nadie se queda en Santiago por plata", pensando en los paseos del colegio. Era un colegio diverso. Gente que no pagaba. También cuicos.
Esos estaban más en el San Ignacio de El Bosque.
Eso era muy chistoso, porque nos mandaban allá a hacer gimnasia y cuando entrábamos ellos nos empezaban a decir "shhhhhhhhhh". Como que éramos cumas. (Risas). En el fondo el cuico de Alonso Ovalle en El Bosque era cuma. Y podía vivir a una cuadra del otro. Pero yo agradezco que me hayan puesto en un colegio en el centro, donde puedes tener cierta calle. Cuando te educas, no sé, en el Verbo Divino o alguno así, no conoces nada más... En mi colegio me enseñaron desde chico que si te iba bien tenías que devolver. Si te va bien, le tiene que ir bien a los que te rodean también.
En internet hay un montón de videos tuyos delirantes. ¿Te gustaría bajar alguno?
El del Oktoberfest. Fui a esa feria de cerveza y me tomé todo y más encima es el video más visto. Encuentro que es lo más débil que he hecho artísticamente. Me excedí. Mal ejemplo. En Argentina me decían: "Sí, vi ese video donde te emborrachaste". ¡Noooooo! No quiero que me recuerden como un borracho. Que me recuerden como un buen dibujante o porque me gané un TV Grama. Y el segundo más visto es cuando conté en la tele cómo había perdido la virginidad. Ahí ya es cuando me dan ganas de ir donde mi mamá y decirle: "Mamá, perdóname".
La fama también vuelve medio loca a las personas.
Sí, me he sentido loco. Pero en la medida que te rodees de gente que no está loca, te centras.
¿Te gusta ser tan público? ¿No te cansa que te saluden tanto y te pidan selfies?
Me acostumbré. Es más, voy a tener acá un horario abierto al público y me gustaría sistematizar las selfies: miren, todos los lunes de tal a tal hora. Pero también tengo pretensiones de desaparecer. La última vez que lo logré fue cuando me afeité. Me gustaría en un momento del año afeitarme para poder ir al Persa Biobío, a un café con piernas.
Pero la fama es medio irreversible.
Es que yo tengo un problema de cara. Me parezco mucho a mí. Soy igual a mí. Pero estoy buscando a alguien que se parezca un poco menos a mí y con eso podría hacer un montón de cosas. Así que estoy buscando guatones con barba. Inscríbanse.T
Rodrigo Salinas: "Cómo me voy a reír de mi presidenta"
Está en la TV, en los cines y desde hace casi veinte años en el dibujo. Su última aventura, eso sí, es la música. Va muy en serio, aclara, y lamenta que se conozca justo con su canción más ordinaria. Del disco que acaba de sacar, de su fidelidad a Bachelet, de los jesuitas y de sus ganas de desaparecer habla en esta entrevista. <br>