Dicen que es de temer, que es brava entre las bravas. Que es a ella a quien le van a golpear la puerta y no al revés y que cuando se interesa por alguien en particular, su triunfo es tan predecible que el resto de interesados desiste apenas se enteran. Rosa Lagarrigue Echenique es chilena, tiene 54 años y es la mánager más poderosa de España. Vinculada al siempre complicado oficio de la representación de artistas desde mediados de los 70 (cuando su amigo íntimo Miguel Bosé le pidió que le "ayudara con la agenda"), esta mujer ha supervisado las carreras del hijo de Dominguín, por cierto, y también las de Mecano, Raphael, Alejandro Sanz y muchos otros. Lo del perfil imbatible lo dijo el diario español El Mundo, en un artículo publicado hace un par de años, donde describía a una mujer de carácter fuerte y que defendía a su gente con dientes y uñas. Más aún, se hablaba ahí de una representante que encerraba a sus artistas y que les sugería relacionarse con otros músicos bajo su representación.
Al teléfono desde Madrid, donde conduce las oficinas de RLM, la chilena recuerda cómo empezó todo. "Me vine con mi familia a España en 1963 y me inscribieron en el Liceo Francés de Madrid. Ahí conocí a Miguel y nos hicimos amigos de inmediato". "Miguel" no es otro que Miguel Bosé y juntos empezaron a integrar la "misma pandilla de amigos" en el barrio de Marqués de la Ensenada, donde estaba el exclusivo colegio. "Teníamos intereses comunes por el teatro, el baile y el cine, siempre nos llevamos muy bien". Rosa lo recuerda como un chico inquieto y siempre bajo la lente de los medios: "Imagínate con esos padres famosos que tenía (el torero Luis Miguel Dominguín y la actriz italiana Lucía Bosé), la prensa siermpre estuvo pendiente de él. Tanto que después de un tiempo creo que no le importó más". En 1973, Lagarrigue viaja a Londres para estudiar baile y Miguel llega a estudiar cine a la misma ciudad. "El se volvió a los seis meses y yo me quedé tres años. Miguel empezó a trabajar en cine y a tener muchos compromisos. Yo estuve en Italia y luego en Tel Aviv y siempre nos mandábamos cartas para saber en qué estaba el otro. Hasta que un día me llama y me dice '¿me ayudarías con mis bailarines?'".
Así empezó una carrera de mánager que la trajo de vuelta a Chile en 1977, junto a Bosé. Ella no lo admite, pero la carrera del español despega en Sudamérica, en gran medida, por las facultades de la chilena y por su manejo de varios idiomas. "En ese entonces, Miguel vendía discos en Italia y Francia y saber relacionarme por el idioma fue clave. En 1980, organicé un gran tour por América y seguí con él hasta 1982, cuando decidimos dejar de trabajar juntos". No fue precisamente una pelea, pero Lagarrigue explica que el carácter de Bosé es un tema nada menor: "Es un trabajólico y un detallista. Siempre interesado en leer, en el arte, en la música, en el cine. Muchas veces le decía 'no sé cómo logras hacer tantas cosas a la vez'". Tras un breve paso como ejecutiva de un importante sello discográfico, Lagarrigue recibe en 1984 una invitación de un trío emergente: Mecano. "Tenían recién un disco que había caminado bien, hasta que me vienen a ver a la oficina y me piden que trabaje con ellos pensando en lo que habíamos hecho con Bosé. Los tomo y decido abrir mi propia oficina de representación artística".
Con el trío de los hermanos Cano y Ana Torroja reedita el éxito sudamericano ("me enorgullecía que fueran tan populares y vendedores en Chile") y lo viviría una vez más con Alejandro Sanz. "Me lo presentan en 1991, cuando estaba sonando con Pisando fuerte, y me enamoré de este jovencito y su sensibilidad y talento".
Raphael y Ana Torroja son otros de los que se suman a un currículo cuyo éxito se basa en una filosofía particular: "Mucho trabajo y disciplina. Siempre apostando a largo plazo y con nuevas metas. He visto diluirse a muchos talentos, pero sólo persisten los que tienen ese temple. Yo sólo les he ayudado a cumplir sus sueños".