La carrera de Luis Ignacio Rosselot ha estado teñida por el éxito desde sus comienzos. Ya en 2000, en su debut en el Rally Mobil, el viñamarino exhibía sus credenciales ganando en la N2, algo que repetiría al año siguiente en la N3. Después vinieron un campeonato sudamericano y destacadas actuaciones en el Mundial, donde terminó tercero.
En 2006, logró su último título en Chile, cuando entró en la historia convirtiéndose en el único piloto en vencer en las tres categorías del certamen nacional. Sin embargo, la irrupción de Jorge Martínez Fontena lo privó de levantar el trofeo en los años siguientes, lo que le provocó una gran tristeza. Por eso, el segundo lugar en Casablanca, que le otorgó el cetro de la N4, fue celebrado con gran emoción y dando sucesivos trompos con su auto. "Motiva ganarle a un piloto tan bueno como Martínez. Realmente, da gusto correr contra él, porque además es un gran deportista y una mejor persona", comenta.
Por su parte, su contendor (que correrá en un Mitsubishi Evo X en 2011) también alaba el trabajo del nuevo monarca y no duda en señalar que "este año 'Lucho' hizo las cosas mejor que nosotros y es un muy justo vencedor. Ganar en su casa fue nuestro premio de consuelo", dijo Martínez.
El nuevo número uno destaca que "esta victoria es fruto de la perseverancia y del mérito del equipo por lograr desarrollar un auto tan complicado como el Mitsubishi Evo X, que en otras partes del mundo no ha dado resultado. Y que pese a abandonar en Osorno, tuvimos el mérito de seguir trabajando en él".
Poco reconocimiento
Pese a los imponentes números de Rosselot, su familia siente que no ha sido reconocido como es debido en el país. "Acá en Chile los deportistas de alto rendimiento no son ayudados como corresponde, por lo que la plata siempre será la piedra de tope para seguir progresando. Además, si no eres futbolista, no te consideran", afirma.
El oriundo de la Quinta Región lamenta la situación y agrega que "ir a pedir auspicios para competir es como ir a dejar currículum para pedir 'pega' y esperar que te llamen. Somos una especie de guaripolas".
Su familia también tiene una idea similar al respecto y clama por un mayor apoyo para los otros deportes. "(Eliseo) Salazar pagó plata para correr en un equipo de afuera, mientras nosotros desarrollamos nuestro propio auto y lo sacamos a Europa, con todo el esfuerzo que eso conlleva, pero nadie lo valora", señala Gerardo, su hermano mayor (también piloto), quien agrega que "acá sólo lo tiran para abajo, siendo que es un tipo que ama lo que hace y es el que más se esfuerza. Esto responde a que muchos periodistas son 'pencas' y no entienden de esto".
Su padre y dueño de la escudería, también llamado Gerardo, es más crítico y afirma que "si Luis Ignacio fuera argentino, sería un ídolo, a la altura de (Federico) Villagra, pero desgraciadamente acá el esfuerzo no se reconoce".
En tanto, su hermano menor, Emilio, quien hace sus primeras armas en el rally y que ayer completó el podio tras cinco fechas sin finalizar, destaca que "hay poca cultura de automovilismo y, por esta razón, la gente no reconoce tanto a Luis Ignacio".
Futuro incierto
Pese a que muchas versiones aseguran que Rosselot dejaría el rally, lo cierto es que aún no hay una decisión tomada. "Es algo que no he decidido todavía, pero me motiva el hecho de intentar repetir y volver a ganarle a Martínez", advierte el automovilista que es un ferviente devoto del movimiento religioso Schoenstatt, tanto que su auto como los demás del team llevan un autoadhesivo referente.
Para Rosselot este nuevo éxito es parte de una trayectoria "donde lo he logrado todo y no me ha quedado nada por hacer. Tal vez, lo único que no pude conseguir fue haber ganado en el Mundial".
En el equipo confían en que siga en las pistas. "Si dejas a Luis Ignacio sin correr un par de meses se desespera, porque es su pasión. Por eso creo que hay Luis Ignacio para rato", asegura su progenitor.