Jorge Sampaoli debió lidiar durante el semestre con varios episodios complicados. Uno de ellos fue a su arribo, pues Diego Rivarola había sido contratado antes de que él llegara y el DT ya había definido tener dos hombres por puesto, siendo Gustavo Canales y Gabriel Vargas los "9" que quería.

El válido argumento que entregó a los dirigentes fue que no quería que Rivarola se retirara en un club donde no iba a jugar, porque, al igual que Olarra, no encajaba en lo que él quería en cancha. El freno lo puso Azul Azul, pensando en que la hinchada se les iría encima tanto a ellos como al DT. "Luego vino el juicio público de Sampaoli a Rivarola. Ahí, 'Gokú' nos comunicó que así prefería partir en el segundo semestre. Esas declaraciones provocaron su molestia y la de varios del plantel, lo que propició una reunión con José Yuraszeck, antes de jugar con Huachipato. El técnico tuvo que explicar sus dichos", confiesan en el club. Asimismo, debió lidiar con el pedido de Azul Azul de aceptar el arribo de Gustavo Lorenzetti en el Clausura, a quien el DT no quiso en el Apertura. "No era de su gusto, pero aceptó, tras argumentarle que si Matías Pérez no dio resultado, Lorenzetti podía ser una mejor alternativa para un puesto donde el titular es Marino".

Esto, mientras había definido una rutina para dejar atrás las tensiones: jugar tenis, al menos una vez a la semana con parte de su cuerpo técnico, rutina que hizo sagrada en la fase regular y que luego matizó en los playoffs. Una terapia que espera repetir con el mismo éxito en el Clausura.