NO SON juguetes, sino obras de arte construidas prolijamente y que transforman lugares, historias y paisajes de Santiago en miniaturas.

Hace 10 años, el artista visual Gerardo Pulido empezó a trabajar con miga de pan para reproducir la Plaza Italia y el cerro Santa Lucía en obras que le caben en la palma de la mano. Pulido, que tiene su propio taller (Bloc) junto a cuatro colegas, siempre ha realizado un trabajo que mezcla escultura y pintura. "En el caso de las migas, construí las formas y luego las coloreé con pintura para modelismo de trenes. Ese trabajo respondía a la necesidad de generar el máximo efecto en el público con el mínimo de recursos", recuerda.

Le llamó la atención, también, la ambivalencia del pan, "porque para algunos simboliza el cuerpo de Cristo y para otros, el dinero, por eso de ganarse el pan", dice.

Hoy, estas obras ocupan un lugar destacado en su galería virtual (www.gerardopulido.com).

Por su parte, Leonardo Portus se autodefine como artista-artesano-autodidacta. Entre 1987 y 2000 hizo retablos, pero luego su trabajo se hizo más investigativo y reflexivo, "para analizar lugares de la capital que tienen una carga histórico-política".

Su obra se ha centrado en la evolución de la vivienda social durante el siglo XX, destacando la reproducción de 3.60 metros de largo y 42 cm de alto que hizo de la Villa Portales, obra que compró el Museo de Bellas Artes. También destacan su reproducción del edificio Unctad (luego Diego Portales), hecho con envases de procesadores Intel y las miniaturas de las casas con ventanas ojo de buey. "Es interesante dialogar con lo vernáculo para un autodidacta como yo, que trabaja con lo popular", dice Portus, quien expone y vende sus obras, y también hace encargos.

Por su parte, Pablo Gallardo proviene de la ingeniería, pero comparte ese gusto por rescatar trozos de Santiago. Quería recordar los viajes desde su casa en Pedro Aguirre Cerda hasta su liceo, en Providencia, y hace unos cinco años profesionalizó su hobby de crear buses con cajas de cartón. Ahora los modela en plástico especial y cobra desde $ 80 mil por ellos.

Mapocho-Lo Vial y Centro-La Florida son algunos de los que ha hecho. En promedio, miden 40 cm de largo y 12 de alto. También ha reproducido los buses oruga del Transantiago por encargo de los operadores del transporte público o de coleccionistas.

Finalmente, las miniaturas de Rodolfo Gutiérrez están en varias estaciones de Metro y son maquetas hechas con madera y pintura, técnica que se conoce como diorama. Comenzó hace 30 años con una reproducción de la toma de posesión del Valle del Mapocho por parte de Pedro de Valdivia, en el cerro Huelén, hoy Santa Lucía.

En el último tiempo se ha concentrado en elaborar recreaciones de lugares y épocas de la ciudad por encargo de Metro, con la idea de reproducir el entorno de las estaciones: el diorama de Universidad de Chile rescata ese sector de la Alameda en los años 30, donde se aprecia, en miniatura, la Pérgola de Las Flores, que estaba frente a la Iglesia San Francisco.

También hizo uno sobre la construcción del Puente Cal y Canto, para la estación del mismo nombre. "Tiene unos 80 obreros y es tan realista que incluso hice a los reos que trabajaban ahí encadenados", cuenta Gutiérrez.