El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) comenzó esta semana el levantamiento de la séptima versión de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF), cuyo objetivo principal es identificar la estructura y las características del consumo de los chilenos.

Este es, además, el insumo básico con que la entidad actualiza la canasta de bienes y servicios que componen el Indice de Precios al Consumidor (IPC). "Esta encuesta es la madre del IPC, que permite saber cuál es el consumo promedio del chileno", afirmó el director del INE, Francisco Javier Labbé.

La Encuesta de Presupuestos Familiares 2011-2012 se levantará durante lo que resta de este año y hasta octubre de 2012 en las 15 capitales regionales del país, incluyendo las zonas conurbanas más importantes. La muestra alcanzará a 12.665 viviendas, de las cuales 6.051 se encuentran en la Región Metropolitana.

Los resultados se publicarán, probablemente, en el segundo semestre de 2013. El costo es de $ 2.600 millones, que están asignados en el Presupuesto 2012.

Con el ingreso de Chile a la Ocde en 2010, quedó establecido que la canasta del IPC se actualizaría cada cinco años. Antes se hacía cada 10 años. Por ello, la última versión vigente de la encuesta es la correspondiente a 2006-2007.

Cambios en el consumo

En las familias seleccionadas este año se aplicarán seis cuadernillos, que buscan determinar en qué gastan los miembros del hogar, y cuáles son sus ingresos. En este sentido, Labbé llama a responder con confianza, pues la confidencialidad de los datos están resguardados.

En la EPF 2007 se midieron cambios relevantes en consumo, asociados al avance de la tecnología. Salieron de la canasta los casetes y los rollos de fotos, pero entraron el MP3 y el pendrive.

En esta versión habrá más novedades. "Se pueden esperar cambios en todos los gastos asociados a la modernidad y al crecimiento de la economía", dice Labbé.

Anticipa un aumento en gastos en recreación y tecnología, como computación e internet, que han ampliado cobertura en los hogares. También se elevaría la proporción de gasto en autos y combustibles. Al contrario, bajaría el consumo en alimentos y vestuario.

El cambio tecnológico impone, además, nuevos desafíos para la clasificación de los bienes y servicios. Por ejemplo, los smartphone cumplen al mismo tiempo funciones de teléfono, cámara fotográfica y computador. Lo mismo ocurre con los kindles, que son artículos tecnológicos y libros.