Cuando en agosto de 2008 cerró la planta de ensamblaje de pick-ups que General Motors tenía en Arica, se puso fin a una historia de 40 años de industria automotriz en Chile. Sin embargo, siguió funcionando en Santiago una línea de montaje de camiones que la propia GM maneja para abastecerse en el mercado local, que se ha mantenido como la última planta ensambladora de vehículos en el país.
Pese a su precariedad, de esa línea ubicada en los patios traseros de las oficinas centrales de General Motors, en Huechuraba, salieron desde su inauguración en 1984 más de 25 mil camiones Isuzu, los que en Chile se comercializaron bajo el alero de Chevrolet.
Hoy, la marca americana da un paso adelante con la conformación de un nuevo joint venture con el fabricante japonés, al crear la companía General Motors Isuzu Camiones Andinos (GMICA), que manejará una nueva planta de ensamblaje más moderna y productiva, que acaba de ser inaugurada en el mismo lugar.
La nueva planta mantiene el formato de ensamblaje de partes (SKD) para el armado de las Series N y F de camiones livianos y medianos, que en conjunto suman ocho versiones, pero en el futuro se podrían sumar buses y los camiones pesados de la Serie C.
La inversión fue de casi tres millones de dólares y los trabajos para levantar un área productiva de 7.000 metros cuadrados y otros 800 m2 de oficinas duraron un año y medio, y hoy están en proceso de homologar la norma ambiental ISO 14.0001.
En el lugar hay disponible una línea de montaje para armar con un turno diario unas 2.000 unidades anuales, aunque hoy se utiliza sólo el 70% de esa capacidad (75% de camiones livianos). Asímismo, en caso de necesidad, está todo listo para implementar una segunda línea e incrementar la capacidad a 3.000 unidades.
El objetivo de estas nuevas instalaciones, como reconoció el presidente de GM Chile, Jeffrey Cadena, es ser líderes en el mercado de camiones, aprovechando una estructura y logística más conveniente que la importación de los camiones armados.
Vale decir que más del 95% de las partes (unas 1.700 piezas) llegan embaladas desde Japón, con grandes estructuras ya armadas en la fábrica, como los trenes delantero y trasero, el motor, la cabina completa y el chasis. El 5% restante, neumáticos, batería, extintores y radio, es comprado e instalado en Chile.
En el proceso de desembalaje de partes y armado trabajan 30 personas, las que logran ensamblar alrededor de ocho unidades por día.