"La gente se reúne en la arquitectura". Ese será el lema de la 12ª° Bienal de Arquitectura de Venecia, que abre el 29 de agosto. Después de varios años dirigida por eminentes críticos o historiadores, este año estará por fin a cargo de un arquitecto, la japonesa Kazuyo Sejima (Premio Pritzker 2010), quien traerá de vuelta el tema de la calidad en la arquitectura, concepto que Sejima convirtió en su sello personal. El objetivo de la bienal será ayudar a las personas a que se relacionen con la arquitectura, ayudar a la arquitectura a relacionarse con la gente y ayudar a las personas para que se relacionen con sí mismas. En Chile, en tanto, el arquitecto Sebastián Gray (51) acaba de ser nombrado por la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería (Dirac) como curador del envío chileno. Chile 8.8, título que alude a la intensidad del terremoto, será el nombre de la exposición que prepara Gray por estos días.
¿Qué verán los visitantes del pabellón de Chile en Venecia?
Sería una frivolidad que Chile no presentara el terremoto como tema. Exhibiremos proyectos concretos y reales de reconstrucción. Iniciativas como la restauración de todas las fachadas de casas de pueblos como Peralillo, en la Sexta Región, donde los habitantes podrán contar con ese punto de partida para construir una casa nueva, pero sin perder su frontis patrimonial. También el tema del manejo de los escombros en las cercanías de Talca. Hay cerros de escombros y si nadie toma una decisión inteligente para saber qué hacer con ellos, eso va a terminar en un basural.
¿Van a estar las imágenes de devastación de Juan Fernández, Constitución, Talcahuano, Concepción, Dichato o Iloca?
Queremos llamar la atención sobre la catástrofe, pero no con imágenes de dolor, porque el mundo vive desastres todos los días. Aprovecharemos la singularidad de que el terremoto chileno fue uno de los mejores documentados de la historia. Vamos a presentar filmaciones de cámaras de seguridad o con teléfonos celulares, que demuestren la dimensión del terremoto y su trasfondo sicológico.
¿Las mediaguas, que ahora son cuestionadas por las lluvias, estarán presentes en Venecia?
Espero que sí. Chile tiene una cultura de viviendas de emergencia a bajo costo y construidas en serie. No obstante, no son la solución ideal. Nos falta desarrollar viviendas de emergencia de mejor calidad, de mejores estándares, más tecnologizadas. En EEUU, las viviendas de emergencia son casas rodantes.
Y el adobe, ¿debe conservarse?
Sí. Es una técnica de construcción arraigada, económica y que es muy eficiente en términos medioambientales. Una casa de adobe es abrigada en invierno y fresca en verano. Hay maneras de reconstruir pueblos que eran de adobe con nuevas técnicas, sin que el resultado sean estructuras frágiles. No sería bueno hacer un borrón y partir de cero. Perderíamos identidad. Un país sin identidad es un país sin nacionalidad.
¿La arquitectura chilena pasó la prueba del terremoto o quedó en deuda?
En general, la arquitectura, en cuanto a construcción, pasó la prueba. Las víctimas no llegan a 500 y la mayoría murió por el maremoto. Casos de edificios, como el Alto Río de Concepción, no se desplomaron sobre sí mismos sino que se cayeron hacia un lado. Pero a los edificios cercanos no les pasó lo mismo. Todo indica que esos edificios en particular tenían deficiencias que hay que analizar.
¿Cree que los arquitectos chilenos están siendo reconocidos internacionalmente?
Hay un gran interés y curiosidad por lo que se hace en Chile. Las revistas de arquitectura más importantes han dedicado monografías a arquitectos jóvenes chilenos. Nuestra arquitectura pasa por un buen momento a nivel internacional. En paralelo al pabellón nacional, la curadora Kazuyo Sejima eligió dos proyectos de arquitectos chilenos para la muestra internacional de la bienal: el de la oficina Pezo-Von Ellricshausen y el de Smiljan Radic.
¿Alguna vez un chileno podría ganar el premio Pritzker?
El Pritzker es como el Nobel. Tiene una mirada política y va siguiendo los hitos y los diferentes momentos de la arquitectura. Primero le dieron el premio a las superestrellas de la arquitectura, las figuras de las grandes oficinas que construían rascacielos; pero de pronto, tras la crisis económica mundial, se le ha entregado a arquitectos brillantes, pero austeros, solitarios, que trabajan prácticamente solos y hacen pequeñas obras. Es posible que un arquitecto chileno joven que ha tenido figuración internacional, como Alejandro Aravena y su oficina Elemental, gane el Pritzker.
¿Qué puede hacer hoy un arquitecto para mejorar o hacer más vivible una ciudad como Santiago?
El rol del arquitecto es trascendental en el ámbito de la eficiencia y la planificación de una ciudad. También tiene una responsabilidad en cuanto al bienestar colectivo traducido en la belleza de lo construido en una ciudad, concepto que si se deja al arbitrio de la estructura política o económica, como suele ocurrir, desaparece de inmediato. En Chile perdimos la pista de esa eficiencia en la manera que se ha desarrollado el país urbanamente, que ha sido un desarrollo un poco desordenado y sujeto a variables económicas y financieras. Un arquitecto tiene la capacidad de ver el total de un problema urbano, organizar sistemas de gestión y hacer las conexiones entre diferentes organismos para ayudar a solucionar ese problema.
¿Cómo calificaría la vida en Santiago?
Santiago es un caos. Es invivible la mitad del año, en invierno, a excepción del día después de una lluvia. No se cuidan los árboles y se construyen torres en cualquier parte. El problema de Santiago es su pobrísima planificación en los últimos 40 años porque somos víctimas de un sistema político y económico que favorece la falta de control para poder estimular el negocio indiscriminado. Una ciudad no resiste ese régimen.
¿La falta de un alcalde mayor de Santiago agrava el problema?
Ese es un problema administrativo sin solución. No puede haber ni nunca habrá un alcalde mayor. Si lo hubiera, la ciudad mejoraría rápidamente, pero Chile es un país con una sola ciudad importante y, por lo tanto, nunca el sistema político permitirá que Santiago, que concentra un tercio de la población, tenga una sola autoridad, que podría poner en peligro la autoridad del Presidente de la República. Vamos a seguir como una ciudad que está subdividida en alcaldías que piensan de diferente manera. Nunca vamos a tener una planificación como ciudad. Cada municipio, lo que en el fondo quiere es que se construya la mayor cantidad de metros cuadrados posibles en su comuna, para recibir más impuestos territoriales. Un alcalde quiere que se construyan torres en su comuna, porque multiplicando la cantidad de inmuebles multiplica sus ingresos anuales. Tan simple y mezquino como eso.