FRANK WARREN estrenó en Estados Unidos una innovadora forma de liberarse: repartió 3.000 postales a personas que no conocía para que de forma anónima le enviaran a su domicilio sus secretos íntimos. No importaba de qué, sólo que fueran reales. Las expectativas de Warren se vieron superadas y comenzó así un acierto que prosperaría en el tiempo: el blog PostSecret, donde seleccionaba los mejores secretos. En el blog publica cada domingo una que otra infidencia que llega a su casilla de correo.

Poco más tarde, en diferentes partes del planeta comenzaron a surgir otras páginas parecidas a PostSecret, pero donde el secreto es directamente contado por su autor. Los primeros países de habla hispana donde se implementó la idea de los secretos anónimos fueron España y Argentina. Con este nuevo formato comenzó a publicarse de todo: desde historias de infidelidad hasta experiencias de lo más bizarras. La gracia aquí es que cualquiera puede compartir, no hay límite generacional ni es necesario registrarse. Lo único que se exige es indicar el rango de edad y género al que pertenece. No hay trucos, todo lo demás es anónimo y la censura es poca.

Rodrigo Esquivel cuenta que vio en esta idea una oportunidad: crear una versión exclusiva para chilenos. Así surgió Tusecreto.cl, la página de este estilo más antigua en nuestro país, con aproximadamente cuatro mil visitantes diarios y que recibe alrededor de 100 secretos al día. En este caso, se pueden calificar los secretos en una escala del 1 al 5, y predominan los de tipo amorosos acerca de pretensiones y relaciones prohibidas. Esquivel advierte que no todo lo que llega se publica: temas racistas, que inducen a la discriminación, que entregan información de identidad o resulten extremadamente difíciles de leer por presentar serias faltas ortográficas no son considerados. Páginas similares a la de Rodrigo se diferencian en que permiten el uso de seudónimos y en que los secretos se pueden comentar. Es el caso de tengounsecreto.cl y de misecreto.cl, sitio que, además, cuenta con un buscador que filtra los secretos según sexo y edad.

Nicolás (24) cuenta que desde hace un año comparte sus secretos en este tipo de páginas. Lo primero que le llamó la atención es que encuentra historias similares a las suyas. Lo otro es el feedback. "Uno cuenta cosas más personales. Si se las cuento a un amigo, tal vez me podría molestar o cuestionar. Acá no pasa eso. Además, recibes comentarios de gente que no está en tu círculo y que no piensa como tú", comenta. En la otra vereda, Jorge (26) nunca ha contado nada, pero se mete habitualmente a estos sitios. "Hay cosas divertidas y otras que simplemente me dejan helado", cuenta. Y es verdad: hay secretos bastante osados, que aparecen sin buscar demasiado: "Salgo con muletas sólo para poder ocupar el estacionamiento de discapacitados" o "Mi novio me dejó porque le hice esta broma: saqué una fotocopia de las entradas de Roger Waters y se las rompí".

El psicólogo Ariel Quezada, de la U. Adolfo Ibáñez, explica que el interés de los visitantes en leer secretos ajenos radica, por un lado, en el morbo de ver qué tan profunda, grave o severa es una revelación y, por otro, para evaluar los propios secretos en comparación a los publicados, para comparar si es más o menos terrible. "Podría resultar aliviador para quien lee ver que aquello que lo avergonzaba tiene una magnitud menor a otras revelaciones", dice. Eso es para quien lee. Pero quien decide publicar anónimamente un secreto, sigue Quezada, busca un alivio al comunicar a los demás aspectos ocultos y difíciles de elaborar. "A veces no se cuenta con alguna persona que escuche un secreto sin enjuiciar", concluye. Revelar un secreto por internet puede tener un beneficio parcial, dado que mantiene el anonimato y evita posibles juicios desfavorables de los demás. Pero, Quezada advierte lo preocupante de que las relaciones interpersonales no tengan la calidad suficiente para sentirse acogido por el otro.