El 26 de mayo del 67 Los Beatles lanzan en Inglaterra Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band. El experimental disco se transforma rápidamente en un éxito y los cuatro de Liverpool van más allá en su cruzada por hacer buenas canciones y se abocan a crear su propio universo con excentricidades varias, camionadas de LSD y películas como Magical Mistery Tour. Los siguen el resto de las bandas, que entienden que el rock había alcanzado una siempre relativa perfección y de ahí en adelante lo importante era lo "conceptual" y los montajes ambiciosos. Llega la ópera-rock, lo progresivo y ese algo parecido a la filosofía que después enarbolarán los Who, Pink Floyd y Queen.
Estos antecedentes han sido ocupados por años por los devotos de los 60 para argumentar que ésta fue la mejor década en términos musicales. Aunque, para qué estamos con cosas, la aparente supremacía musical de la era de Lennon, Dylan y Hendrix siempre podrá ser refutada por los fanáticos de otras épocas. Son discusiones subjetivas, sin nada científico que lo demuestre.
Hasta ahora. Porque una investigación de Carol L. Krumhansl, sicóloga de la U. de Cornell en Estados Unidos, que pretendía describir cómo la memoria musical interactúa con nuestros recuerdos autobiográficos, sin buscarlo llegó a resultados sorprendentes: la música de los 60 sí es la mejor de la historia.
El misterio de los 60
Krumhansl llegó a este punto después de exponer a veinteañeros (nacidos a principios de los 90) a extractos de los dos principales éxitos de cada año de la lista de Billboard entre 1955 y 2009. Los resultados revelaron una lógica asociación entre recuerdos autobiográficos y la música aparecida después de su nacimiento; es decir, de la que era contemporánea a ellos. Pero la sorpresa llegó cuando la sicóloga revisó los datos respecto de las canciones anteriores a su nacimiento: los voluntarios reportaron muchos más recuerdos personales vinculados con la música de los 80 (lo que era previsible porque la escucharon durante su niñez debido a los gustos de sus papás), pero también con la de los 60, resultado del todo desconcertante para la investigadora.
Ante la falta de razones para explicar este fenómeno, Krumhansl se vio obligada a teorizar. En conversación con Tendencias, dice que este extraño efecto puede deberse a tres motivos: una influencia generacional, aunque en este caso no de los padres sino de los abuelos de los voluntarios lo que, admite, lo hace improbable; las nuevas tecnologías de reproducción que facilitarían la difusión de música antigua; y, por supuesto, desliza la posibilidad de que estas canciones influyeron más que las de otras épocas simplemente porque eran mejores.
Y esta última es la tesis más respaldada. Otra investigación del sicólogo Matthew Schulkind, de la U. de Massachusetts Amherst, realizó en 1999 un experimento similar al de Krumhansl haciendo que universitarios, en promedio de 19 años, escucharan colecciones de música agrupadas por década, hallando los mismos resultados en las canciones creadas entre 1965 y 1974. ¿La explicación de Schulkind? La música de ese período era simplemente "de mejor calidad", por lo que permanecía más tiempo en el repertorio popular.
También apoyó la superioridad de los 60 una investigación presentada el año pasado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, que analizó con complejos algoritmos la música popular entre 1955 y 2010, concluyendo que en los 60 la música popular alcanzó su mayor nivel de diversidad y complejidad en términos de coros, melodías y sonidos. Por contraparte, a partir de mediados de los 70 se empezó a volver más ruidosa y monótona, fenómeno que fue aumentando con el paso de los años. "Encontramos pruebas de una homogeneización progresiva de la música", dijo a Reuters Joan Serra sobre el estudio que comandó.
Los 80, la música de los papás
En su estudio, que será publicado en la revista Psychological Science, Krumhansl agrupó los temas en tramos de cinco años, conformando 11 períodos históricos, cada uno con 10 canciones que les hizo escuchar a los voluntarios. Después de eso entregó un cuestionario donde preguntó cosas como: ¿Reconoces la canción?, ¿tienes recuerdos personales relacionados con ella? o ¿qué emociones te despierta? Adicionalmente, recabó diversa información, como la edad de sus padres, con lo que pudo concluir qué canciones eran populares en los jóvenes por influencia de sus progenitores. Y ahí es donde entran los 80.
En el caso de los hits ochenteros, Krumhansl dice que los jóvenes reportaron una gran cantidad de recuerdos autobiográficos por una influencia intergeneracional. En esa década, sus padres eran unos veinteañeros que atravesaban por un período vital de conformación de recuerdos. Por eso, esas canciones se volvieron sus favoritas y probablemente las escucharon seguido en presencia de sus hijos, antes que éstos cumplieran 10 años, marcándolos.
Eso explica que cuando en el estudio se les preguntó a los jóvenes sobre cuál emoción específica les despertaron las canciones de esa época, la respuesta más común fue "nostalgia": les recordaba su niñez. "Toda la música que se escucha durante la infancia, que refleja los gustos de los padres, deja una impresión duradera en los recuerdos autobiográficos de sus hijos, las preferencias y sus respuestas emocionales", concluye Krumhansl.