Más vale tarde que nunca. Ese dicho lo conoce bien la líder de la oposición de Birmania, Aung San Suu Kyi, quien ayer pronunció, con un retraso de 21 años, su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz, que le fue otorgado en 1991 por su lucha a favor de la democracia y los derechos humanos en su país. Suu Kyi,quien estuvo bajó arresto domiciliario por 15 años, señaló en Oslo, Suecia, que el premio había sacado a Birmania del olvido, pues "atrajo la atención del mundo a la lucha por la democracia y los derechos humanos" en su país.

Según la agencia Reuters, la líder opositoria de 66 años recalcó que la libertad política total es una meta lejana aún en Birmania, ya que aún quedan "presos políticos", por lo que recomendó mantener cautela.