Por más que lo intentó, la madrugada del 27 de febrero, minutos después del terremoto, a Oliver Flögel le fue imposible hablar con sus padres en España. Le pasó lo mismo que a miles de personas que esa noche quedaron incomunicadas. El detalle es que él es la cabeza del grupo Telefónica en Chile, la compañía dueña de la mayor operadora móvil del mercado, Movistar, que al igual que sus pares en la industria ha sido criticada por el mal comportamiento de la red durante la catástrofe. Flögel entiende la "impotencia que se siente cuando alguien quiere hacer una llamada y no puede", según afirma. Sin embargo, defiende el punto de que "lo que aquí hubo fue una congestión salvaje, pero nunca un colapso".

¿Autocríticas? "Muchísimas", responde. Entre otras cosas, los protocolos internos, diseñados tras las catástrofes de Tocopilla y Chaitén, no funcionaron como se había previsto, porque el sismo superó cualquier norma. "Pero más allá de la autocrítica, hay que tomar toda la información de estas dos semanas de complejidades, estrés y caos, para hacer las cosas mejor y dejar de echarnos la culpa unos a otros", agrega.

En lo inmediato, como empresa esperan reunirse esta semana con Subtel "para proponer un mecanismo de descuento", o de compensación, a los clientes que vieron afectado su servicio. "Como principio no cobramos por los servicios no prestados", explica. Como industria, dice, lo que viene es un trabajo de la autoridad y las compañías, para establecer una red de emergencia independiente.

A tres semanas de la catástrofe, ¿qué fue lo que falló?

Este evento rompió todos los esquemas. Si se pudiera hacer una analogía, esto es igual que la Ruta 68. No se puede construir con 20 carriles, pensando en que todos lleguen a Valparaíso en Año Nuevo. ¿Quién paga eso? Es inviable, imposible. Sí creo que en vez de 20 carriles podríamos tener 20 estaciones de peaje y no cuatro.

Se ha dicho que las telefónicas privilegiaron su crecimiento comercial por sobre la seguridad. ¿Es real?

Nuestro negocio es el tráfico, diseñamos la red para que todas las llamadas se puedan cursar. Si no, perderíamos dinero y nuestros accionistas estarían molestos. Chile tiene muchas redes y gracias a que la industria se basa en la competencia de redes tiene dónde gestionar el tráfico.

¿La industria debió haber pensado en un escenario de mayor riesgo al que previó?

¿Se podría haber hecho más? Definitivamente. Si hubiésemos tenido la capacidad de degradar de inmediato la voz para que todas las llamadas telefónicas tuviesen menos calidad, hubiese estado muy bien. Siempre se pueden hacer más cosas. Nuestras antenas, por ejemplo, tienen respaldo de baterías para eventos puntuales. En el norte, con energía solar, y en el sur, con energía eólica. Tenemos que revisar si podemos tener más transmisión inalámbrica o más energías alternativas.

¿Llegó el momento de pensar en un nuevo diseño para la industria?

Primero hay que separar las comunicaciones de emergencia de las comunicaciones públicas. Los servicios de emergencia no pueden competir con los demás usuarios, porque técnicamente no es posible -en el sistema GSM- dar prioridad a un teléfono sobre otro. Tenemos que pensar en una red paralela de emergencia. Esa es una discusión que hay que ver con el regulador, ver si su construcción y su gestión, por ejemplo, se entregan a un privado, como en Inglaterra.

Los privados ¿qué deben hacer?

Debemos tener un protocolo que diga qué hacer ante un evento de congestión o de catástrofe, si degradar la calidad de las comunicaciones o acortar las llamadas, por ejemplo. Es una discusión que hay que tener. Tenemos que ver qué plan de acción tomamos. La industria y los reguladores debemos ponernos de acuerdo. También hay que hacer un esfuerzo brutal de educación. Nos falta una Operación Deyse 2.0, que todos sepan que hay que usar el SMS en vez de voz, que internet funciona mejor que las redes fijas, sobre todo la de cobre, no necesitan electricidad para funcionar. En situaciones de emergencia, por último, deberíamos poder hacer un roaming.

¿La idea es sentarse en una mesa de trabajo conjunto?

Ahora tenemos que trabajar los equipos administrativos y cristalizar esto en un acuerdo que tome las lecciones y nos lleve a mejorar. Las autoridades están haciendo la convocatoria. Tendremos que reunirnos y hablar, aunque hay muchas conversaciones que ya partieron.