Un día como hoy, a las 19.48 horas, hace exactamente 25 años, Chile vivió uno de los terremotos más intensos que se habían registrado hasta entonces. Un sismo de 7,8 grados en la escala de Richter -con epicentro frente a las costas de Algarrobo-, que se sintió desde la Segunda a la Novena Región, causando daños por más de US$ 1.046 millones.
Bajo las miles de toneladas de escombros que dejó la castrástrofe, el país sacó dividendos positivos, como el fortalecimiento de los parámetros antisísmicos para las nuevas edificaciones y la modernización de ciudades gravemente afectadas por el movimiento telúrico.
Ese fue el caso del puerto de San Antonio, en la Quinta Región, una de las zonas más golpeadas por la tragedia. Su reconstrucción permitió que se convirtiera en el primer puerto del país y en el segundo de Sudamérica. En la actualidad, por San Antonio transitan más de 13 millones de toneladas de carga, cifra que representa un aumento de más de 766% con respecto al 1,5 millón de toneladas de 1985.
En 1986, informaciones de la época aseguraron que a un año del terremoto, sólo en San Antonio se invirtieron $ 3.172 millones, equivalentes a US$ 43,65 millones de hoy. De ellos, US$ 4,6 millones se destinaron a obras porturarias, que permitieron la habilitación de los molos de abrigo y puesta en marcha de las actividades. Luego, durante la década de los 90 se sumarían US$ 500 millones que facilitaron la instalación de nuevas tecnologías que hicieron más eficiente el proceso de carga.
En Valparaíso también el terremoto provocó que el Hospital Renato Deformes -uno de los 79 centros asistenciales destruidos en todo el país- tuviera que ser demolido. En ese lugar hoy se encuentra la sede del Congreso Nacional.
Normas y renovación urbana
Otro de los aspectos positivos que se rescataron del terremoto de 1985 fue el perfeccionamiento de las normas antisísmicas, existentes desde los años 70. Precisamente, la normativa vigente hoy -actualizada en 1993 y 1996- permitió que gran parte de las construcciones resistieran al terremoto del pasado sábado. Miguel Angel Poduje, ministro de Vivienda y Urbanismo durante el sismo de 1985, dijo a La Tercera que con la experiencia vivida se "publicó el trabajo de ingenieros que fueron muy importantes al establecer la norma chilena antisísmica. Además, se revisó toda la normativa existente hasta entonces".
En Santiago, muchas de las casonas más antiguas del centro de la capital quedaron en el suelo. Así lo recordó el entonces alcalde de la capital y ex senador Carlos Bombal quien aseguró que los escombros dejados por el terremoto eran equivalentes a una pila de cinco pisos de altura cuya extensión iría por calle San Diego "desde la Alameda a Avenida Matta". Bombal agregó que tomó tres meses el proceso de remover todos los escombros de la ciudad.
Sin embargo, la caída de muchas de esas casas -especialmente en Santiago poniente- facilitaron la reutilización del suelo urbano y el posterior desarrollo de complejos inmobiliarios que renovaron el casco antiguo de la capital. "Sin duda que el terremoto alentó a que después se pudiera implementar un uso más extensivo del suelo en el centro poniente. Esto ha permitido que el sector se haya renovado", dijo Carlos Bombal al comentar sobre los avances registrados en la capital desde el terremoto de 1985.