El cardenal Timothy Dolan, de Nueva York, estuvo entre los 114 cardenales que eligieron al Papa Francisco en marzo. Por eso, está en una posición única para responder una pregunta fascinante sobre el reciente cónclave y sus consecuencias.
La pregunta es: ¿Sabían realmente los cardenales qué es lo que obtenían en Jorge Mario Bergoglio, de Buenos Aires, Argentina? ¿O han tenido los primeros cuatro meses y medio de su papado mucho de revelación para ellos, como lo ha sido para el resto del mundo?
De acuerdo con Dolan, la respuesta está situada en algún lugar entre medio.
La simplicidad del Papa, humildad y cercanía con la gente no es sorpresa, dice Nolan, porque los cardenales habían escuchado todo eso. La sorpresa está en cuán bien parece que lo está haciendo notar.
En el otro extremo, indica Dolan, los cardenales pensaban que escogían a un administrador dinámico y, por lejos, el ritmo de cambios ha sido más lento de lo que se esperaba.
Tal vez, dice Dolan, Francisco ha construido una especie de reserva de buena voluntad, que podría hacerle más fácil impulsar los cambios.
Dolan fue entrevistado el miércoles por National Catholic Reporter, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, donde encabeza una delegación de aproximadamente 50 peregrinos provenientes de Nueva York y entrega sesiones de catequismo a personas de habla inglesa.
Usted fue uno de los cardenales que eligió a Francisco y, presumiblemente, tenía alguna idea de qué tipo de Papa sería. ¿Hasta qué punto ha resultado como lo esperaba?
En ciertas formas, ha sido exactamente lo que esperaba. Una de las cosas que buscábamos era un pastor muy inteligente, un buen hombre en el terreno. Para usar la expresión de George Pell (cardenal australiano), queríamos a alguien con "botas sucias", porque tendría que ir a través del campo de las ovejas. Lo tenemos, y lo tenemos con creces.
La simplicidad, sinceridad, humildad, esa habilidad para hablar desde el corazón, que el mundo está viendo, son todas cosas que nosotros escuchamos sobre él. Uno de los cardenales dijo que necesitábamos a alguien con la mente de Benedicto y el corazón de Juan Pablo II, y creo que lo conseguimos. Ha sido llamado el párroco del mundo, y creo que es un acierto.
Si hay una sorpresa, es que ha sido incluso mejor de lo que habíamos anticipado. Pensábamos que era muy bueno y las informaciones que teníamos de él en Buenos Aires eran excelentes, pero él lo está haciendo todo aún mejor.
¿Cuál ha sido su mayor sorpresa?
También buscábamos a alguien con buenas habilidades administrativas y de liderazgo, y hasta ahora eso no ha sido obvio. Es un poco sorpresivo que él todavía no haya jugado sus cartas en ese frente. Sin embargo, creo que es parte de su estrategia. El sabe que las cosas que hablábamos hace un momento son más importantes, porque, de muchas maneras, la impresión es realidad. Habiendo creado esta impresión extraordinariamente atractiva -que, por lo cierto, es muy genuina-, de que es un hombre de simplicidad y santidad, le será más fácil realizar otras cosas. Creo que ese fue su primer acierto.
Esperaría que luego de un verano calmo, veamos más señales de cambios administrativos. Al mismo tiempo, pienso que llamar a los ocho cardenales fue brillante. Como usted sabe, esto surgió en las reuniones anteriores al cónclave. Muchos cardenales decían que el nuevo Papa debería buscar una especie de "consejo de sabios", una forma más precisa para ejercitar la colegialidad más allá del Sínodo de Obispos (por cierto, las congregaciones dijeron que el sínodo necesita ser reformado también). La idea fue un ejercicio de colegialidad regular que asistiera al Papa en forma permanente. Su "G8" con los cardenales fue una buena decisión en ese sentido.
¿Le ha sorprendido, por ejemplo, todo este tiempo sin un cambio en la Secretaría de Estado?
Si no sucede nada de aquí a octubre, estaré sorprendido, pero no creo que haya nada sorprendente en que quiera tomarse un tiempo con esa decisión. Primero que todo, este es un hombre de una caridad exquisita, y no creo que quiera herir las susceptibilidades de nadie. Segundo, él sabe que necesita a alguien para un período de transición. Quiero decir, tiene que tener a alguien que sepa dónde están todas las llaves. Yo pensaba que podía suceder a fines de junio o julio, pero no sucedió, y ahora creo que probablemente será en el otoño.
Usted es conocido por su perspicacia con los medios. ¿Está sorprendido por cuán positivo ha sido el tono con que los medios han tratado a Francisco?
Sí, bastante. Los nuevos líderes siempre disfrutan de una especie de luna de miel, pero la temprana reputación de Francisco es extraordinaria. Por ejemplo, cuando realizo mi caminata en la mañana y converso con el recolector de la basura, o el policía, o el taxista, el mesero, todos ellos lo aman. Es básicamente unánime. Dicen: "Qué gran regalo", "hicieron un gran trabajo con este Papa Francisco". Es un verdadero refuerzo para la Iglesia.
Usted es un gran admirador de Benedicto XVI. ¿Cómo se siente cuando ve que hay gente elogiando a Francisco por ser diferente al anterior Pontífice?
Me molesta. Personalmente, admiro a Benedicto XVI, pero más allá de eso, hay mucha inexactitud en esa apreciación. Tome toda esta idea de cómo Francisco rechaza la "opulencia" del palacio apostólico. Yo he estado en la residencia papal y, seguro, el estudio público es muy agradable, pero el resto es sólo funcional. Es como si Benedicto XVI estuviera siendo caricaturizado como el tipo de Papa más monárquico, más suntuoso. Es lo mismo con eso de que Francisco no irá a la "palaciega" residencia de verano de Castel Gandolfo, la que actualmente es bastante simple también. Todas esas comparaciones me molestan, ambas, porque creo que probablemente son hirientes para Benedicto XVI, y también porque creo que no son exactas.
El viaje a Brasil ha causado un poco de temor por la seguridad de Francisco. Usted es alguien a quien también le gusta la cercanía con la gente. Con los años, ¿tuvo que aprender a dejar manipularse?
Sí tuve, y empezó de inmediato. Desde los días del cardenal (Francis) Spellman, el Departamento de Policía de Nueva York asignó a un detective para que acompañara al arzobispo, y cuando llegué al cargo, le dije al comisionado: "Muchas gracias, pero realmente no es necesario. No necesito uno". Me dijo: "No es su asunto. Si algo le sucede, seré el único que estará en problemas, así que sonría y resista". Lo hice, y aprendí a escucharlos. Hay veces, en un grupo, cuando estoy intentando saludar a la mayor cantidad de gente posible, en que el detective dice: "Gire a la derecha, hay una complicación en la izquierda". Yo no sé de lo que habla, pero lo hago. O dice: "Salimos por esta puerta preferiblemente que por esa otra", y así sucesivamente y yo escucho. Por supuesto, ellos saben que yo trato de ver a la mayor cantidad de gente posible y saben que su trabajo es tratar de permitir que la gente me vea, no alejarlos de mí. Pero dentro de esas restricciones, si me dicen "no vamos a hacer eso" o "no iremos por ese camino", tengo que escuchar.
¿Cree que es algo que Francisco deberá aprender?
Lo creo, y probablemente está sucediendo ahora. No creo que su impulso de ser cercano a la gente sea una suerte de estrategia. Creo que lo hace en forma natural y espontánea.
¿Está preocupado por su seguridad?
Sí, definitivamente. No vi la llegada del Papa a Brasil el lunes, así que le pregunté a alguien cómo había sido. Me dijo que la multitud fue entusiasta y que cuando su carro hizo un giro erróneo, hubo mucha preocupación. Me dijo que está bien ahora, pero fue realmente inseguro. Encendí las noticias y vi el video, y me atemoricé también. Hay sentido común en la gente en querer verlo, y él no es visible si va en el asiento de atrás de una limosina. Pero también hay sentido común en algún tipo de seguridad. Ellos tendrán que darse cuenta de eso, sin inhibir su estilo.
¿Ayuda tener un Papa popular?
Seguro, porque la reputación y credibilidad de la Iglesia es mucho más alta ahora. Incluso, los cínicos que están constantemente criticando están retrocediendo y dicen: "Démosle a este personaje una oportunidad". Es la sensación del lugar. He dicho antes que a los obispos nos falta mucha credibilidad en muchas áreas, y es claro que la buena voluntad de la que disfruta Francisco ahora hace las cosas un poco más fáciles.
¿Hay alguna manera en la que Francisco haya tenido un impacto personal en usted?
Me encuentro examinando mi propia conciencia, en estilo, en simplicidad, en muchas cosas. Por ejemplo, vi al Papa abrir su puerta en el auto, cerrarla él mismo y trasladar él mismo su bolso. Eso me dice algo. Yo suelo hacer las cosas por mí mismo, y no es que piense que haya pasado de eso ahora, pero es que como arzobispo de Nueva York, la gente lo hace por mí todo el tiempo. Este es un ejemplo terrenal, pero estoy comenzando a decir que necesito observar al Papa de cerca, porque es un buen ejemplo para mí.
También me he encontrado pensando sobre los ornamentos residenciales, porque es una linda y agradable residencia en la que vivo. De cierto modo, no es claro qué puedo hacer con eso, porque es la tradicional e histórica residencia de los arzobispos de Nueva York, y no es que podamos venderla (la residencia es contigua a la Catedral de St. Patrick).
En general, me encuentro pensando sobre las ventajas, las comodidades que asociamos con ser un obispo. El me presiona a pensar si son necesarias y si actualmente son contraproducentes.