Hasta el Presidente Sebastián Piñera se lo había pedido expresamente y en el medio deportivo había cierta unanimidad respecto de quién debe llevar la bandera nacional en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres. El propio Tomás González ya se había hecho a la idea de serlo, si clasifica, pero ahora se resta posibilidades, "aunque me encantaría", dice mientras se pone una camiseta Sparta, su nuevo auspiciador.
Pero usted aúna favoritismo para ser el abanderado nacional en Londres.
Sería increíble, pero la gimnasia siempre comienza un día después de la inauguración. No puedo estar ahí parado no sé cuántas horas. Si fuera después, feliz, pero tengo que concentrarme en mi participación y hacer lo mejor para Chile. No creo que calcen las cosas.
¿Tiene confianza de que llegará a los Juegos?
En la clasificatoria de enero dan unos 20 a 30 cupos y yo, entre los que no tienen equipo, estoy entre los cinco o 10 primeros. Si compito bien, debería clasificar.
¿En cuánto ayuda en eso la llegada de nuevos auspicios?
Es importante, no sólo para preparar un año de Juegos Olímpicos, sino también para una meta personal, que es tener mi gimnasio.
Es joven para pensar en qué hacer tras el retiro.
Es a mediano plazo. Después de 2012 me concentraré en ver cómo lo hago. Me gustaría que fuera alto rendimiento, recreativo y hasta crecer a un área de kinesiología. Se verá en el camino. Hay que elaborar un proyecto. Mi motivación es el alto rendimiento: me gustaría entrenar a futuros medallistas.
¿Es un proyecto conjunto con su entrenador Yoel Gutiérrez?
Es personal. Obviamente, él es la primera persona que veo entrenando, pero hay que ver cómo se dan las cosas y si tiene sus propios proyectos. No nos hemos sentado a pensar qué haremos después de los Juegos Olímpicos. El día de mañana me voy a retirar y la idea es que quede una ayuda dentro de mi país.
¿Cuál es el balance de este 2011?
Fue mi mejor año en lo deportivo. Gané dos oros en el Copa del Mundo de París, después tuve la lesión, en el Nacional y el Sudamericano gané muchos oros, en el Mundial fui finalista en dos aparatos y en los Panamericanos saqué tres medallas. En Guadalajara tuve rabia, porque los jueces fueron estrictos conmigo, pero debo prepararme mejor nomás. El último día, en el salto, estaba un poco cansado. Lo del all around y la final de suelo me afectó en la parte anímica.
¿Cómo maneja las presiones, que se le exija ganar oros, por ejemplo?
Lo tomo de la manera más normal, porque al final yo soy el que más me exijo. Llevo 20 años entrenando y nunca me pidieron un resultado tan grande como el que yo mismo me he puesto, que es llegar a unos Juegos Olímpicos y tratar de pelear una final. Como yo no hago deporte por plata, sino por pasión, trato de concentrarme en eso.
Usted no trabaja con sicólogo, ¿se ayuda con Gutiérrez?
Con el tiempo hemos ido perfeccionando la relación, quizás al principio no nos entendíamos.
La forma de ser de su DT debe ser una complicación. En Guadalajara fue a reclamarles a los jueces y eso lo puede complicar a usted.
Es una situación muy fuerte, pero estoy acostumbrado a tener problemas externos y en el caso de los Panamericanos, en situaciones tan descaradas, es difícil controlarse.
También Gutiérrez se ha peleado con la nueva federación.
Tuvimos una reunión y todo quedó arreglado.
Pese al cambio, da la impresión de que la "familia de la gimnasia" sigue muy dividida. ¿Es así?
Cualquier deporte de alto rendimiento es competitivo. Pero es algo social: en vez de apoyar, tratamos de bajar al del lado.