ADEMÁS del título de Miss Universo que obtuvo Cecilia Bolocco en 1987 el registro de premios chilenos en este tipo de certámenes es bien pobre. Un puñado de semifinalistas y nada más salvo un título conseguido en 1973. Ese año el certamen fue en la Acrópolis de Atenas, ganó Miss Filipinas y Chile fue representado por la estudiante de secretariado bilingüe Gwendelyn Janet Robertson, quien obtuvo el reconocimiento a la "Miss Simpatía", la primera y única chilena en la historia en ganarlo. En esos años la simpatía era algo que quedaba en segundo o tercer plano. Sólo un premio de consuelo.
Pero la cosa ha cambiado, si no en los concursos de belleza, sí en la vida profesional. Así muestra un sondeo hecho recientemente por Laborum a 300 personas, donde siete de cada 10 encuestados califica como "muy relevante" la simpatía en el ambiente laboral. Además, el 65% de las personas que respondieron el cuestionario estuvieron de acuerdo con que esta condición es un factor determinante para conseguir un empleo o alcanzar un ascenso. Esos resultados reafirman algo que también confirman datos de afuera: un estudio de la Universidad de Massachusetts entrevistó a 133 gerentes de empresas y demostró que si un trabajador es simpático y da argumentos bien organizados, los jefes tienden a seguir sus sugerencias, independiente de si están convencidos con la idea o el empleado tiene algo que sustente el plan. Así. Tal cual.
"La simpatía, la empatía, la amabilidad y la preocupación general por el bienestar de los demás siempre han sido importantes en el lugar de trabajo, pero creo que hoy es más necesario que nunca", dice Chris Marlowe, coautor del libro The Human Brand: How We Relate to People, Products, and Companies. Esto tiene que ver con las formas en que estamos trabajando: si antes los llaneros solitarios de pocas palabras y sonrisas podían ser bien vistos, actualmente el trabajo en equipo es lo más relevante. Por eso las personalidades simpáticas y populares se han transformado en algo requerido en las empresas e instituciones. "Ser efectivo a la hora de manejar las relaciones es una competencia profesional crucial", confirma Miguel Lobo, investigador de la Escuela de Negocios Insead.
De hecho, hay grandes compañías como Disney o Starbucks que priorizan en sus procesos de selección factores como la calidez y amabilidad por sobre habilidades técnicas o de competencias, dice Marlowe. Esto es algo que también detectaron investigadores de las universidades de Texas A&M e Iowa: en 2010 compararon las percepciones que tuvieron algunos reclutadores de una serie de postulantes con su trayectoria profesional posterior y se dieron cuenta de que los que obtenían buenos resultados en simpatía tenían trayectorias profesionales tan buenas como los que se habían destacado por sus competencias técnicas.
Es que la simpatía renta. O más bien la aumenta. Según Lobo, las personas con estas características ayudan a mejorar los resultados de los equipos a través de dos formas: primero porque ayudan a construir una identidad de grupo, y generan mayor compromiso entre los compañeros de trabajo. Pero también ayudan a crear un ambiente más cálido, porque si alguien sonríe, probablemente le van sonreír de vuelta. "Las emociones no son una calle de un solo sentido. Voy a confiar en ti si siento que tú confías en mí. Esta reciprocidad se aplica a la confianza, el gusto e incluso el amor", dice el investigador del Insead.
Por eso, este es un aspecto que debería trabajarse desde las primeras etapas de la formación profesional. "La 'simpatía', así entre comillas, es una de la habilidades a las que se les ha tenido que dar más hincapié dentro de las universidades", dice Birgit Nevermann, gerente de Laborum Selección. El problema es que muchos llegan tarde, dice Eduardo Zamora, director de Pleasant Work Chile, quien reconoce que todos los años sube la cantidad de ejecutivos que llegan a su empresa de coaching para que les "enseñen" a ser simpáticos. En su mayoría se trata de tipos con recorrido y en puestos altos. "Me dicen 'ayúdame a manejar mejor mis relaciones, tengo problemas con mis pares'. No es un tema de autoridad, es de cómo relacionarse mejor ahora que ya tienen una jefatura y autoridad", explica Zamora.
Y no están tan perdidos. En 2010, un trabajo de investigadores de la Escuela de Negocios de la Universidad de Illinois en Chicago analizó la forma en que los practicantes de una empresa usaban técnicas de autopromoción y adulación para conservar sus trabajos de verano. Los resultados mostraron que las estrategias consistentes en agradar o "hacerse los simpáticos" aumentaron 55% las posibilidades de que les ofrecieran quedarse. Pero eso no es todo: el estudio corroboró que estas técnicas tuvieron mayor incidencia que el rendimiento de los jóvenes en esa decisión.
Juan Ignacio Silva, senior manager de la consultora Page Personnel, cuenta que ha hecho más de cuatro mil entrevistas de trabajo en su carrera y que después de tanto tiempo es fácil detectar a los que buscan hacerse los amables. "Notas cuando tratan de parecer simpáticos, se ven fingiendo. Están forzando su espontaneidad y en la medida en que los vas entrevistando se nota", dice.
Para Zamora es difícil, por no decir imposible, volver a alguien simpático. Aunque siempre se puede intentar. La fase inicial de esa transformación es que las personas reconozcan los errores que tienen en ese sentido. "Lo primero que les pregunto es el nombre de las personas que trabajan con ellos. Hemos visto tipos que con suerte le saben el nombre a la secretaria", dice el director de Pleasant Work Chile. Otros les cambian los nombres. Por eso, él envía sencillas tareas para la oficina como hacer un mapa de las personas con las que uno trabaja, qué les gusta o si tienen hijos. En resumen, conocer al resto para lo que necesariamente hay que conversar.
Además, hay que tener en cuenta que hoy la fama de pesado se divulga mucho más rápido. "El impacto de las palabras y acciones en el trabajo viaja más lejos y más rápido que nunca, para mejorar o dañar la confianza en alguien. Puede ser por correo electrónico, redes sociales o aplicaciones móviles. La reputación en el trabajo puede viajar por todo el mundo con un par de clics", concluye Marlowe.